Omar Hatamleh, experto en IA
Omar Hatamleh, experto en IA | Israel Cánovas
Nacho Martín
A Omar Hatamleh le traiciona el acento cuando habla. A pesar de que se marchó con cinco años, y hoy en día está más cómodo hablando en inglés, no ha perdido el deje de su Granada natal. Ahora este ingeniero, hijo de padre jordano y madre española, es asesor jefe de Inteligencia Artificial del Goddard Space Flight Center de la NASA y director de la estrategia tecnológica de la agencia, en la que lleva trabajando casi tres décadas. Aunque precisamente hoy no quiere hablar sobre su trabajo allí.
La razón es que antes de volver a Washington D.C (EE.UU), donde reside, Hatamleh ha pasado por Madrid para presentar su nuevo libro, Esta vez es diferente. Cuando la inteligencia artificial transciende a la humanidad (Deusto), en el que explora cómo esta tecnología va a impactar en los seres humanos a todos los niveles. Todos los beneficios que saque, aclara antes de empezar la charla, se donarán a la asociación ‘Sonrisas sin cáncer’.
Su visión es que se vienen curvas: «Ahora mismo la IA es como un bebé, está en su primera fase a pesar de todos los avances que hemos visto, porque es buena en algunos temas muy concretos. Pero antes de que acabe esta década llegará su segunda fase, la inteligencia artificial general (IAG), y ahí ya será buena en muchos temas, porque tendrá un nivel de razonamiento comparable al humano, y podrá resolver problemas muy complicados, innovar y tener un pensamiento crítico. Y dentro de muchas décadas podríamos alcanzar la superinteligencia artificial, aunque es algo que divide mucho a los expertos».
El experto compara este proceso con la revolución industrial, donde ya se habló de que se destruirían muchos trabajos y se acabaron creando muchos puestos. Solo que esta vez se verán afectados los empleos manuales e intelectuales por igual. Aunque lo que ha impulsado al autor a titular que Esta vez es diferente es que los LLM -los grandes modelos de lenguaje que impulsan ChatGPT y otros sistemas similares- han democratizado el acceso de estas tecnologías, haciendo que ya no estemos en manos únicamente de los grandes expertos de la programación.
En este contexto, una de las cosas más interesantes del discurso de Hatamleh es cómo visualiza el mundo del futuro, en el cree que los robots humanoides tendrán un gran peso: «Creo que serán en parte biológicos y en parte tecnológicos o digitales, por eso podríamos incluso crear una nueva especie, aunque nunca para reemplazar a las personas. En el futuro cuando hablemos de la población de un país no nos referiremos solo a sus habitantes, sino también al número de robots. Es algo que suena a ciencia ficción, pero va a ser una realidad».
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Y va incluso más allá, porque cree que podremos programar a esos robots a nuestro antojo, tanto físicamente como a nivel de habilidades. «Se podría crear un sistema al que puedas suscribirte para que el robot tenga conocimiento de cocina, música o filosofía», desliza, justo antes de poner encima de la mesa el siguiente nivel: la clonación.
«Imagina los impactos positivos. Por ejemplo, podríamos clonar a una persona que tenga que cuidar a sus padres mayores pero no pueda hacerlo por su trabajo, haciendo que tenga su misma voz, personalidad y aspecto físico. O podríamos hacer que Newton diera clases de física. Es un tema interesante, aunque como siempre habría ventajas y desventajas, porque imagínate si el clon del CEO de una compañía empieza a hacer declaraciones controvertidas y eso afecta a su valor en bolsa», comenta.
La interacción entre esos robots del futuro y los seres humanos interesa especialmente al experto. Y escuchando su relato es inevitable preguntarse hasta qué punto podrían intimar estas dos «especies» o si, incluso, podríamos acabar emparejándonos con ellos. «Podría ser, sin duda. Hay muchas cosas que se ven ridículas ahora pero es una posibilidad que nos lleguemos a casar con robots, absolutamente. De hecho, otro tema discutido es si los robots humanoides tendrán derechos o no. Yo algunas veces en mis charlas he enseñado vídeos de personas pegando a robots que se ve claramente que son máquinas, y a mucha gente le sienta mal. Así que imagínate cómo puede ser cuando su aspecto sea parecido al nuestro, tengan una personalidad y hablen con nosotros».
IA general, robots humanoides y clonación. De nuevo, estamos tratando de replicar a los seres humanos con máquinas. «Es algo que ha pasado durante toda la historia. Hace cientos de años el propio Leonardo da Vinci ya diseñó un robot humanoide. Como humanos, necesitamos psicológicamente crear algo que nos de compañía. Pero luego también hay que tener en cuenta que si estás trabajando en algo que pueda subir escaleras, conducir un coche o usar las mismas herramientas que usamos nosotros, tiene que tener unos atributos parecidos a los que tenemos los humanos. Hay una parte filosófica y una parte tecnológica», resume Hatamleh.
Todo ello será posible, eso sí, únicamente si cambiamos nuestra mentalidad. Hatamleh aboga por «desaprender» lo que sabemos para abrazar el potencial de esta tecnología y no vivir con las limitaciones del pasado. Un proceso que, no obstante, prevé complicado: «Este es un tema muy importante. En los 300.000 años que tiene el ser humano los cambios se han producido muy lentamente, y hemos adaptado nuestro pensamiento a eso. Pero ahora esos cambios son exponenciales, y si no podemos cambiar nuestro pensamiento de lineal a exponencial va a ser complicado adaptarse. Es algo que llevará mucho tiempo, y hay que empezar desde el principio, haciendo cambios en el sistema educativo».
Vidas cada vez más largas
No llega al nivel de João Pedro de Magalhães, el científico portugués que cree que los humanos podrían vivir entre 1.000 y 20.000 años. Pero Hatamleh se muestra convencido de que nuestra esperanza de vida va a comenzar a aumentar rápidamente: «Ya sabemos qué cosas causan el envejecimiento. Y la IA nos está ayudando a investigar a nivel genético como aumentar la longevidad. En ese aspecto, el siguiente paso es la creación de gemelos digitales con IA general y computación cuántica, que tendrán tu misma genética, historial familiar, análisis médico y estilo de vida. Eso nos podrá dar soluciones 100% efectivas para cada persona en concreto, y también nos ayudará a predecir qué pasará en el futuro».
El ejemplo que pone es muy concreto. Cogiendo a una persona de 20 años de edad, el sistema podrá realizar una simulación para conocer cómo será ese sujeto con 21 años, 22, 23… Y así sucesivamente. «De esta manera podremos saber si va a tener una enfermedad antes de que la desarrolle. Imagina solucionar algo antes de que pase», asegura. «Además, podremos crear órganos humanos con impresoras 3D con tu genética y tus células madre, e incluso nanobots que se pueden implementar en la sangre», añade.
Para Hatamleh una persona que nazca hoy en día podrá vivir alrededor de 120 o 130 años. De entrada suena bien, pero si se confirmara el experto apunta que sería necesario efectuar algunas modificaciones importantes en nuestros sistemas económicos. «El sistema de jubilación está pensando para que la gente viva un promedio de unos 80 años, pero si viven más de 100 no tiene sentido mantenerlo así. Y hay que ver el impacto de la IA en la inmigración, porque la tecnología podría asumir los trabajos que habitualmente ocupan los inmigrantes, que a su vez impactan en las economías de los países», zanja.