El túnel secreto de la M-30: una obra de ingeniería que visitan cientos de técnicos de todo el mundo para inspirarse.

La galería de emergencia está diseñada para permitir la evacuación rápida y segura de los conductores en caso de un accidente o incendio en el túnel

Manuel Manahén García

Daniel Vara

Bajo el túnel de la M-30, en un espacio oculto para la mayoría de los madrileños, se encuentra una de las infraestructuras más importantes para la seguridad de la vía de circunvalación: la galería de emergencia. Se trata de un pasillo subterráneo que recorre la autopista por debajo de los túneles, permitiendo evacuaciones en caso de incidentes y facilitando el acceso de los servicios de emergencia. Madrid Calle 30, entidad que dirige esta vía, recibe cientos de visitas de ingenieros internacionales que se interesan por este espacio.

Para conocer cómo funciona esta red de seguridad, El Debate se ha adentrado en los túneles de la mano de José Luis Muñoz, ingeniero de instalaciones de Madrid Calle 30, quien nos explica cada detalle de esta infraestructura clave.

La galería de emergencia está diseñada para permitir la evacuación rápida y segura de los conductores en caso de un accidente o incendio en el túnel.

“Hemos llegado al nivel de calzada, aquí estamos en el bypass y resulta que tenemos por cada sentido un túnel. En concreto tenemos dos túneles gemelos y hemos aprovechado esa circunstancia para conectar uno con el otro a través de estas salidas de emergencia”, señala Muñoz.

El sistema de evacuación es sencillo y está señalizado de manera intuitiva. “Simplemente tenemos que seguir las flechas: rojo, parar. No podemos pasar. Y verde, continuar”, explica. El objetivo es que, en caso de emergencia, los conductores abandonen sus vehículos y sigan las indicaciones hasta alcanzar un espacio seguro.

Vía de emergencia de la M-30Manuel M. García

La galería de emergencia es amplia, iluminada y ventilada, lo que evita cualquier sensación de claustrofobia. «No hay sensación de agobio aquí o por lo menos yo no conozco gente que lo haya tenido», comenta el ingeniero.

La galería de emergencia se extiende a lo largo de 3,5 kilómetros en cada sentido, sumando un total de siete kilómetros bajo el túnel de la M-30. Además, está compartimentada cada 600 metros mediante puertas automáticas, lo que permite controlar el flujo de aire y mejorar la seguridad en caso de incendio o acumulación de gases.

El acceso a esta vía subterránea no está abierto al tráfico convencional. Solo los servicios de emergencia, como la Policía Municipal, los bomberos y el SAMUR, pueden utilizarla en caso necesario.

Vía de emergencia de la M-30Manuel M. García

“En uno de los extremos está en la comisaría de Arganzuela, en el Paseo de la Chopera. Y el otro extremo está justo debajo del puente de la Avenida del Mediterráneo sobre la M-30”, detalla Muñoz.

La infraestructura está diseñada para que nunca se inunde, ya que cuenta con sistemas de drenaje que redirigen el agua a pozos subterráneos, desde donde se extrae mediante bombas.

Más allá de la galería de emergencia, la propia estructura del túnel de la M-30 está diseñada para garantizar la seguridad de los conductores. Una de las claves de su organización es el sistema de códigos que recorre las paredes del túnel.

Vía de emergencia de la M-30Manuel M. García

“Tenemos unos códigos, que son números que tienen una razón de ser y una explicación. Nos cuentan exactamente cuál es la zona en la que estamos”, señala Muñoz. A diferencia de la superficie, donde los puntos de referencia son edificios, calles o comercios, en el túnel todo es homogéneo.

“Esta codificación es importantísima. Cuando sucede algo y tenemos que comunicar un incidente cada código tiene un color diferente y unas letras distintas. Está pensado para que cuando se enuncie y se transmita se eviten errores”, explica.

Vía de emergencia de la M-30Manuel M. García

El cerebro de la M-30: el centro de control

Además, el túnel cuenta con un avanzado sistema de ventilación que regula la calidad del aire. “Estamos en uno de los pulmones de la infraestructura. En estas construcciones hacemos el intercambio de gases. Cogemos el aire del túnel y por este tubo expulsamos el aire contaminado de los vehículos”, detalla.

Toda esta compleja infraestructura es gestionada desde el centro de control de Madrid Calle 30, una sala de operaciones desde la que se supervisa en tiempo real lo que sucede en la vía.

Vía de emergencia de la M-30Manuel M. García

“Aquí estaríamos en el cerebro. Y no solo el cerebro, sino todas las extensiones a los órganos del cuerpo. Hablamos de que tenemos integradas 100.000 señales. Hay comunicaciones con hasta 100.000 equipos distintos en tiempo real, de ida y vuelta”, explica Muñoz.

El centro cuenta con 1.850 cámaras que vigilan la M-30, respaldadas por sistemas de inteligencia artificial que ayudan a detectar incidencias. «En el túnel tenemos brazos y piernas. Aquí está el cerebro», afirma. Además, el sistema permite interrumpir la emisión de ocho frecuencias de radio para emitir mensajes de emergencia directamente a los conductores.

Otro aspecto clave es la comunicación interna del personal. «Todo el túnel y toda la galería de emergencia están equipados con sistemas de radiocomunicación para walkies. La comunicación está garantizada desde el primer metro hasta el último», asegura el ingeniero.

Vía de emergencia de la M-30Manuel M. García

Más que una vía de emergencia

Aunque la galería de emergencia fue diseñada para evacuaciones, en la práctica ha tenido otros usos inesperados. «Afortunadamente no la hemos necesitado nunca en emergencias reales, pero sí la hemos utilizado para otros fines curiosos», comenta Muñoz.

Por ejemplo, el espacio ha servido como escenario de rodajes para anuncios, series y películas. «Hemos llegado a tener hospitales de campaña montados aquí y un trasiego constante de ambulancias, dando incluso la vuelta con maniobras», relata.

A simple vista, la M-30 es solo una autopista urbana que permite moverse por Madrid con rapidez. Pero bajo su asfalto se esconde una infraestructura de seguridad de primer nivel, con una vía de emergencia de siete kilómetros, un sistema de codificación preciso, ventilación avanzada y un centro de control que supervisa cada detalle.

Gracias a esta ingeniería, la seguridad de los conductores está garantizada, incluso en los momentos más críticos. Como resume José Luis Muñoz: “Esta infraestructura es como el sistema nervioso central de un organismo súper avanzado”.

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