La inexplorada historia del genio y tecnólogo atómico venezolano que entrevistó a Einstein.

Nathali Gómez

El científico, con una larga lista de inventos que forman parte de la vida cotidiana actual, ha sido reivindicado luego de permanecer décadas en la sombra.

La inexplorada historia del genio y tecnólogo atómico venezolano que entrevistó a Einstein

El científico venezolano Humberto Fernández-Morán

Cortesía Fondo Editorial Mincyt

Un científico venezolano, considerado un genio y un tecnólogo atómico por el resto del mundo, salió del lugar oculto donde escondieron sus hallazgos e inventos durante décadas. Ahora, la primera universidad dedicada a las ciencias de Venezuela lleva su nombre.

Se trata de Humberto Fernández-Morán, nacido en el municipio La Cañada de Urdaneta (Zulia), el 18 de febrero de 1924, y fallecido en Estocolmo (Suecia), el 17 de marzo de 1999.

En su libro ‘Descubrir lo invisible. Humberto Fernández-Morán, el tecnólogo atómico’, la doctora en Dispositivos Electrónicos, Gloria Carvalho, fundadora del programa ‘Cayapa Heroica’, hace un exhaustiva investigación «para descubrir a un visionario que en 1964 estableció en Venezuela un centro dedicado a usos pacíficos de la energía nuclear».

La ingeniera eléctrica Gloria Carvalho, autora del libro ‘Descubrir lo invisible. Humberto Fernández-Morán, el tecnólogo atómico’.

Prensa IDEA

RT entrevistó a la autora de libro, que es presidenta de la Fundación Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Telecomunicaciones (Cendit) y secretaria ejecutiva del Polo Científico Tecnológico Venezolano, para hablar del aporte a la ciencia de Fernández-Morán, inventor del ultramicrotomo y de la cuchilla de diamante.

Una entrevista con Einstein

En 1979, para el centenario del nacimiento de Albert Einstein (1879-1955), un editor alemán consultó a personalidades importantes en el mundo de la ciencia que lo hubieran conocido. Entre los testimonios que buscó estaba el de Fernández-Morán, que se entrevistó con el premio Nobel en 1945.

En ‘Descubrir lo invisible’ se relata que el tecnólogo atómico fue un «apasionado por la física, que estudió durante dos años en paralelo con la medicina en la Universidad de Múnich», en los años 40. Gracias a ese perfil, entrevistó a Einstein en Princeton y, por sugerencia de él, se fue a Suecia a profundizar su formación en biofísica.

En parte de esa conversación con Einstein, publicada en el libro de Carvalho, aparece lo siguiente: «Por una de esas corazonadas que son muy venezolanas, y que a veces salen bien, pero muchas veces mal, se me ocurrió la barbaridad de preguntarle: ‘¿Profesor, cuál ha sido la meta de su vida?’. Sin parpadear, sin quitarme la vista de encima, me dice: —A lo largo de mi vida he jugado con mis pensamientos encerrado entre cuatro paredes».

El científico venezolano Humberto Fernández-Morán.

Cortesía Fondo Editorial Mincyt.

Energía atómica para la paz

En Maracaibo (Zulia), Fernández-Morán estudió en un colegio alemán. Por sus excelentes notas, el director de la institución recomendó que lo enviaran a estudiar a Alemania, adonde viajó en 1937 para terminar secundaria y luego entrar a la Universidad de Múnich. La Segunda Guerra Mundial estaba en pleno desarrollo.

Aunque quería estudiar simultáneamente física y medicina, el joven se quedó con la última porque «le daban de comer», relata Carvalho. Por la guerra, su familia no podía enviarle dinero.

«Fue un niño que se volvió hombre en medio de la más sangrienta guerra. Eso le haría solo pensar en paz. Hay que recordar que en 1945 se lanzaron las bombas atómicas. Entonces, Fernández-Morán también estaba marcado por los dolores de la guerra y eso lo acompañaría siempre», dice la ingeniera electricista.

«Él se va a estudiar en el Instituto Nobel de Física Nuclear, convencidísimo que esa tecnología no tenía que usarse para para matar a la gente», sino con fines pacíficos, como se hace en la actualidad, para «curar el cáncer, ver los huesos, hacer una mamografía, una tomografía, una resonancia magnética», afirma Carvalho.

Bajo esta concepción, Fernández-Morán fundó en Venezuela el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC), dedicado al uso pacífico de la energía nuclear.

El científico venezolano Humberto Fernández-Morán en su juventud.

Cortesía Fondo Editorial Mincyt.

Los inventos que cambiaron al mundo

Entre sus inventos más conocidos se encuentran la cuchilla de diamante, para preparar y observar al detalle los tejidos, y el ultramicrotomo, para cortar muestras en secciones ultrafinas. Además, desarrolló la criomicroscopía, que consiste en incorporar a la microscopía el proceso de congelación.

Del mismo modo, identificó las partículas elementales en las crestas mitocondriales.

La magister en Telecomunicaciones manifiesta que después de estudiar al detalle el funcionamiento del cerebro humano, Fernández-Morán tenía «claridad absoluta de cómo se transmitían las órdenes a las extremidades y cómo se almacena y recupera la información que conforma la memoria a través de las ondas electromagnéticas cerebrales».

Asimismo, destaca que las impresoras termográficas, usadas en los terminales puntos de venta (datáfono), las memorias miniatura, los implantes cerebrales, el aparato de resonancia magnética nuclear y los componentes electrónicos en miniatura, fueron inventos Fernández-Morán.

El científico venezolano Humberto Fernández-Morán.

Cortesía Fondo Editorial Mincyt.

Sus invenciones en el área de la electrónica los hizo imitando los mecanismos cerebrales. «Es extremadamente importante el campo que abrió relacionado con el conocimiento de dónde genera la energía el cuerpo humano, los pensamientos y cómo se almacena la información», sostiene.

Además, hizo estudios sobre las rocas lunares, como parte del proyecto Apolo de la NASA, con microscopia electrónica, difracción a rayos X y espectroscopia. Fernández-Morán se negó a nacionalizarse como estadounidense para ser postulado por esa agencia estadounidense al Nobel.

Rescate de un legado olvidado

Ese rincón olvidado donde estuvo por décadas, a pesar de ser un genio, quedó en el pasado. El Gobierno venezolano inauguró en diciembre pasado la Universidad de Ciencias que lleva su nombre. Asimismo, el presidente Nicolás Maduro pidió «recuperar la memoria histórica del pueblo» e incluir información en las escuelas sobre la vida y obra del científico.

Como parte del rescate de su impronta, el Fondo Editorial del Ministerio de Ciencia y Tecnología (Mincyt) publicó el libro ‘Descubrir lo invisible’ en enero de este año y se produjo la película ‘Ciencia para la Vida. Humberto Fernández-Morán’, dirigida por Will Romero, con el apoyo investigativo de Carvalho y desarrollada por la Gran Misión Ciencia, Tecnología e Innovación Dr. Humberto Fernández-Morán, del mencionado ministerio.

El científico venezolano Humberto Fernández-Morán.

Cortesía Fondo Editorial Mincyt.

Los reconocimientos mundiales

Entre los reconocimientos que obtuvo el médico venezolano en el exterior, se pueden nombrar:

  • Caballero de la Orden de la Estrella Polar, entregado en 1952 por el rey de Suecia.
  • Reconocimiento del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) «por su invento de miniaturizar la información, al decir que ‘un libro cabía en un punto'», recuerda Carvalho.
  • Medalla Claude Bernard, de la Universidad de Montreal.
  • Medalla John Scott, en 1967.
  • Declaración como ‘Hombre Internacional’, en Reino Unido, en 1993.

Además, según un escrito del Centro Latinoamericano y del Caribe de Información en Ciencias de la Salud (Bireme), en 1968 tuvo dos postulaciones para el Premio Nobel en Fisiología o Medicina.

No fue profeta en su tierra

Mientras cosechaba laureles en el exterior, en su país le daban la espalda. ¿La causa? Hernández-Morán fue nombrado ministro de Educación por la Junta de Gobierno del fallecido Marcos Pérez Jiménez y solo estuvo en el cargo diez días, antes de que derrocaran la dictadura, en enero de 1958.

La autora afirma que «el poder mediático» y «un sector» desconocieron la genialidad de este científico y lo obligaron al exilio. En el libro, Carvalho relata que para ridiculizar sus aportes lo llamaban ‘Brujo de Pipe’, con referencia a la ubicación del IVNIC —creado por el médico en 1954— que está en Altos de Pipe, una montaña en San Antonio de Los Altos (Miranda). Desde 1959, funciona allí el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).

Las veces que trató de regresar a Venezuela «para crear espacios de investigación», «personajes funestos» catalogaron al médico de mitómano para «bloquear todas sus iniciativas», dice la autora del libro, que contó con la colaboración de un amplio grupo de personas en Venezuela y en el mundo.

A ese apelativo de «brujo», Fernández-Morán respondió en público, de manera sarcástica y humorística: «Se me honró con el título de brujo, los brujos eran los científicos de la Edad Media, debían esforzarse por más de 30 años para lograr ese estatus, a mí se me confirió el título en 24 horas», cita ‘Descubrir lo invisible’.

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