Las compañías de Tim Cook y Jensen Huang están en la cuerda floja. La rivalidad entre EE. UU. y China es de Tercera Guerra Mundial y esto podrías salirle muy caro.
Apple y Nvidia bajo las cuerdas EE. UU., China
Generada con IA
Por: González Valenzuela
Apple y Nvidia no son solo compañías tecnológicas y en pleno 2025 ya se pueden hasta considerar símbolos de la innovación tecnológica americana y los perfectos ejemplos de lo que se esconde en Silicon Valley.
Sin embargo, en los últimos años, su éxito ha estado muy ligado a China, tanto para fabricar sus productos como para venderlos.
El gran problema es que esta dependencia ha creado una relación de amor-odio con ambos países, obligando a estas dos empresas a navegar en aguas turbulentas entre la lealtad a EEUU y la necesidad de mantener a flote su negocio.
Los números asustan: Apple genera el 17% de sus ingresos en China, lo que se traduce en unos 70.000 millones de dólares al año, y Nvidia podría perder 5.500 millones de dólares por el veto a sus chips H20 en el gigante asiático.
La guerra comercial: ¿quién gana cuando EEUU y China no se soportan?
Apple en medio de una telaraña china
Lo cierto es que Apple es, quizás, el caso más complicado de todo esto, aunque Nvidia también tiene lo suyo. La empresa de Cupertino lleva más de dos décadas tejiendo una red industrial en China que es difícil de igualar en cualquier otro lugar del mundo.
La famosa ‘iPhone City’ de Zhengzhou, operada por Foxconn, es un ecosistema completo que engloba todo tipo de proveedores, trabajadores y logística que permite a Apple producir cientos de millones de dispositivos al año con una capacidad y una escala que nadie más puede igualar. Tim Cook lo sabe bien y reconoce que China es fundamental para la compañía, pero también es una fuente de grandes problemas.
La guerra comercial entre EE. UU. y China ha acelerado toda esta presión que sobre Apple. Los aranceles, las restricciones y las tensiones que no paran de crecer con Trump apretando las tuercas obligan a la empresa a buscar alternativas, pero el proceso es de armas tomar.
Mientras, Tim Cook, CEO de Apple, juega sus cartas, prometiendo invertir 430.000 millones de dólares en fábricas estadounidenses, pero el iPhone 17 seguirá fabricándose mayormente en China. El gran problema es que Microsoft y Nvidia ya buscan ‘puertas de emergencia’ para reducir su exposición a China, pero Apple sigue atada a sus fábricas chinas.
Lo cierto es que este empezó a jugar sus cartas antes de tiempo. Cuando en abril de 2025 se anunciaron aranceles a productos electrónicos chinos, Tim Cook movió fichas: tres llamadas al secretario de Comercio en una semana, una donación personal de un millón de dólares al comité inaugural de Trump, y reuniones a puerta cerrada donde argumentó que castigar a Apple sería arruinar EEUU.
Sin embargo, parece que no hay trato y Trump lo ha dejado claro en sus redes y en público: «He informado desde hace tiempo a Tim Cook que espero que los iPhone vendidos en los Estados Unidos se fabriquen en Estados Unidos, no en India ni en ningún otro lugar». Si Apple no cede, el impuesto será automático y la encrucijada de Cook es ahora mismo bestial.
Lo cierto es que, sobre el papel, fabricar el iPhone en suelo estadounidense suena a sueño imposible. Pero la realidad es mucho más complicada, y Apple lo sabe. El iPhone es el producto más globalizado que existe: decenas de miles de componentes, cientos de proveedores y una logística que recorre medio mundo antes de llegar a la caja de una Apple Store.
Nvidia, el rey de la IA en medio de una partida de ajedrez
Nvidia, por su parte, es líder mundial en chips de inteligencia artificial y tarjetas gráficas. Su tecnología es vital para la IA, los videojuegos, los centros de datos y la industria tecnológica a nivel mundial. La empresa de Jensen Huang es símbolo de innovación y calidad y todos se pelean por tenerlo a su lado.
Pero, al igual que Apple, Nvidia depende de China tanto para fabricar sus chips como para venderlos. Sin embargo, la situación de esta compañía es aún más complicada debido a todo el lío de restricciones a chips que EEUU ha ido imponiendo al país asiático.
En concreto, Estados Unidos ha prohibido la exportación de ciertos chips a China, lo que ha provocado pérdidas millonarias y un gran desplome de sus acciones. Por ejemplo, el veto al chip H20 le ha costado a Nvidia 5.500 millones de dólares en su primer trimestre fiscal.
A pesar de todo, ha sabido reinventarse y ha batido récords de facturación y capitalización bursátil, incluso sin vender en China, buscando, por supuesto, formas de ‘saltarse’ todas estas barreras. En concreto, ha creado versiones de sus chips con capacidades reducidas, como el A800 y el H800, para poder seguir vendiendo en China.
Sin embargo, esto al final no es suficiente para mantener su posición en el mercado chino, donde la competencia local, especialmente Huawei, está ganando terreno de forma exponencial. De hecho, China ha dejado claro que su objetivo es ‘desamericanizar’ su tecnología de IA y depender solo de soluciones desarrolladas en el país.
Sin ir más lejos, tras el último veto del país de Donald Trump a los semiconductores para IA, Pekín ha respondido con amenazas de «medidas firmes» y restricciones a la exportación de minerales que son vitales para todo este proceso.
Por supuesto, si estos toman medidas, es normal que China reaccione. El Ministerio de Comercio calificó la medida de «intimidación y proteccionismo», acusando a EE. UU. de romper la estabilidad de la cadena global de suministros tecnológicos.
Además, Pekín advirtió que cualquier empresa o persona que colabore con estas restricciones podría enfrentarse a sanciones bajo la Ley de Sanciones Antiextranjeras de China. Como respuesta inmediata, China ha prohibido la exportación de minerales como galio, germanio y antimonio a EEUU, vitales para fabricar chips de tal calibre y componentes electrónicos.
Wall Street y casi el mundo entero en vilo
Desde luego, la guerra comercial entre Estados Unidos y China va mucho más allá de simples aranceles o restricciones de exportación. Es, sobre todo, una pelea por ver quién manda en la tecnología y quién controla la cadena de suministro global.
Para Apple y Nvidia, esto significa que cada día tienen que hacer malabares y, por un lado, cumplir con las normas y sanciones que les impone EEUU y, por otro, no perder el acceso a China, que es vital para que puedan vender y crecer. Si se quedan fuera del mercado chino, la cosa se pone muy fea para ellos.
El resultado es que cualquier decisión política, cualquier cambio en las reglas, puede hacer que las acciones se desplomen, que la producción se pare o que tengan que cambiar toda su estrategia de la noche a la mañana.
Y eso no es solo para Apple y Nvidia, ya que otras grandes tecnológicas como Microsoft o HP ya están moviendo parte de su producción a EEUU, México o Vietnam para evitar males mayores.
Pero Apple, con toda su red industrial montada en China, tiene las cosas mucho más complicadas. Nvidia, aunque no tiene este problema, tampoco puede permitirse perder a China como mercado, porque ahí está el grueso de sus ventas.
China ha creado una industria de componentes electrónicos, semiconductores y ensamblaje que, sinceramente, no tiene rival en el mundo. Los fabricantes chinos son capaces de adaptarse, de producir a gran escala y a toda velocidad, y eso es algo que no se encuentra fácilmente en otros países.