OpenAI logra un hito histórico: su IA obtiene medalla de oro en la competición de matemáticas más difícil del mundo.

No se trata de una IA especializada, sino de un modelo experimental que según la empresa de Sam Altman fue evaluado en igualdad de condiciones que cualquier otra persona.

OpenAI logra un hito histórico

Generada con IA

Por: Carolina González Valenzuela

Aunque para algunos no sea especialmente relevante, lo cierto es que es todo un hito que marca un antes y un después. OpenAI acaba de ganar una medalla de oro en la Olimpiada Internacional de Matemáticas (IMO), una de las competiciones más duras y prestigiosas del mundo.

La relevancia aquí radica en que la IMO no es cualquier concurso; es el lugar, la competición, donde se ponen a prueba a personas que, literalmente, podrían estar resolviendo teoremas para la NASA en unos años.

Esta exige resolver problemas totalmente imposibles para el 99% de la gente, algunos tan complicados que ni siquiera se llegan a resolver. Durante años, estos han sido territorio estrictamente humano, pero este modelo acaba de demostrar que puede enfrentarse a ese nivel y lo mejor de todo es que lo hizo sin usar internet, código externo ni herramientas extra.

En pocas palabras, la inteligencia artificial de OpenAI no accedió a bases de datos ni usó trucos. Le dieron los ejercicios como a cualquier participante humano y respondió con pruebas escritas en lenguaje natural. Tres antiguos medallistas evaluaron los resultados y validaron cada paso.

Resultado final: 35 puntos sobre un máximo de 42, exactamente el corte para medalla de oro en esta edición

Aunque otros modelos, como AlphaGeometry 2 de Google DeepMind, también han logrado avances parecidos, aunque sin anuncio oficial, OpenAI menciona que su modelo no fue entrenado específicamente para matemáticas, sino como una IA general con capacidades avanzadas de razonamiento.

Recalcan que no se trata solo de resolver un problema; la IA creó desde cero demostraciones matemáticas coherentes, de varias páginas estructuradas, como lo haría cualquier humano con altas capacidades.

Si bien es cierto que esta medalla no significa que la IA entienda el mundo como puede hacer solo un humano, sí que demuestra es capaz de enfrentarse a problemas que hasta ahora estaban fuera de su alcance. Y eso tiene grandes y positivas consecuencias, ya que abre la puerta a que estas tecnologías puedan colaborar en sectores como criptografía, física teórica o exploración espacial.

Hasta ahora los modelos de lenguaje —como ChatGPT— han sido criticados por no poder razonar profundamente. Son buenos escribiendo correos o explicando conceptos, pero se les atragantan las cadenas lógicas largas, los pasos encadenados y las ideas matemáticas complejas. Esto ahora indica un gran cambio.

Pero también hay dudas. Algunos investigadores ya han puesto sobre la mesa el fenómeno de la inteligencia dentada o jagged intelligence en inglés: una IA que puede resolver cosas muy difíciles y fallar por completo en tareas básicas. Por ejemplo, una máquina que prueba un teorema milenario, pero dice que 9.11 es menor que 9.9. Eso ya ha pasado.

Por otro lado, críticos como Gary Marcus, profesor de la NYU y uno de los escépticos más conocidos sobre la IA, piden una revisión adicional por parte de la organización oficial de la competencia. Según él, es «verdaderamente impresionante» que se haya hecho sin herramientas ni internet, pero también comenta que OpenAI «nos ha dicho el qué, pero no el cómo».

«Una cosa es resolver matemáticas con técnicas de instituto. Pero la matemática real, la del mundo profesional, exige comprender ideas modernas y profundas, no solo conectar puntos», comenta haciéndose eco de un comentario del matemático Kevin Buzzard, del Imperial College London.

¿Está OpenAI más cerca que nunca de una inteligencia artificial general?

Con todo esto sobre la mesa, para Sam Altman este logro no es simplemente una anécdota sin más o una buena puntuación en un examen difícil. Es, según sus palabras, una muestra de que sus modelos están avanzando más allá y empiezan a mostrar habilidades de razonamiento profundo.

Pero, como recuerda Gary Marcus y otros expertos, hay que coger las cosas con pinzas y no confundir hitos que, pese a ser realmente proezas, no se acercan a lo que se conoce como inteligencia general real.

Resolver una prueba difícil no equivale automáticamente a entender el mundo como lo hace una persona y para que se hable de AGI con todas las letras, todavía queda un largo camino. Lo que acaba de conseguir OpenAI es una señal de que ya la IA va bien encauzada, pero aún quedan muchos pasos para afirmar que la humanidad está frente a una AGI en toda regla.

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