Los tres visitantes cósmicos y el misterio de su origen.

Un grupo de astrónomos de Harvard trazó las trayectorias de los tres objetos interestelares conocidos para intentar responder una pregunta fundamental: ¿de dónde venían? Su análisis no solo ofrece pistas sobre su procedencia, sino que también permite calcular restricciones de edad y comprender mejor el viaje de estos raros mensajeros del espacio profundo.

Por Martín Nicolás Parolari

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Los tres visitantes cósmicos y el misterio de su origen

© Pexels.

En apenas unas décadas, la astronomía ha pasado de especular con la existencia de visitantes cósmicos a detectarlos realmente. Solo tres objetos interestelares han sido confirmados hasta la fecha y, aunque cruzaron el sistema solar fugazmente, dejaron un rastro suficiente para que la ciencia intente descifrar sus orígenes. Un trabajo reciente en Harvard ofrece nuevas claves.

Una pregunta que intriga a los astrónomos

Imagen: Los tres visitantes cósmicos y el misterio de su origen

‘Oumuamua. © ESO/K. Meech et al.

La confirmación de la existencia de cuerpos interestelares comenzó con el sorprendente paso de ʻOumuamua en 2017, seguido por el cometa Borisov en 2019 y, más recientemente, por un tercer objeto de naturaleza aún debatida. Cada uno de ellos se desplazaba a tal velocidad que resultaba imposible que estuvieran ligados gravitacionalmente al Sol.

El reto consistía en trazar sus trayectorias hacia atrás, reconstruyendo el viaje que emprendieron mucho antes de entrar en nuestro vecindario cósmico. Para ello, los investigadores aplicaron cálculos de mecánica orbital combinados con modelos de movimiento estelar, buscando estrellas candidatas que pudieran haber sido su lugar de partida.

El origen más allá de las fronteras solares

Imagen: Los tres visitantes cósmicos y el misterio de su origen

Cometa 3I/ATLAS. © ATLAS/Universidad de Hawái/NASA.

Según el equipo de Harvard, la comparación de las trayectorias con catálogos estelares sugiere que estos objetos se formaron en sistemas planetarios lejanos, expulsados de sus órbitas tras interacciones gravitatorias intensas. En algunos casos, las estimaciones apuntan a edades de cientos de millones de años, lo que significa que han vagado por la galaxia durante periodos inabarcables para la experiencia humana.

Aunque no se ha identificado aún una estrella “madre” inequívoca, el estudio permite restringir regiones probables de la Vía Láctea. Esto refuerza la idea de que el espacio intermedio entre sistemas estelares está poblado por innumerables fragmentos errantes, invisibles hasta que alguno cruza nuestra línea de observación.

Una nueva ventana hacia el cosmos.

Imagen: Los tres visitantes cósmicos y el misterio de su origen

Cometa 2I/Borisov. © NASA, ESA and D. Jewitt (UCLA).

Más allá de su rareza, estos hallazgos transforman la forma en que entendemos el intercambio de materia en la galaxia. Cada objeto interestelar es un fragmento que carga consigo la química y la historia de su lugar de origen. Comprender sus trayectorias es, en definitiva, abrir una ventana hacia procesos que ocurren muy lejos de nuestra Tierra.

Y aunque hoy solo tres de estos visitantes han sido confirmados, los astrónomos sospechan que son apenas la punta de un iceberg cósmico que podría revelarnos, poco a poco, el verdadero dinamismo de nuestra galaxia.

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