La advertencia científica de hace décadas sobre el río Amazonas y Leticia que fue ignorada.

Desde hace más de 20 años, un grupo de científicos colombianos alertó sobre los cambios en el río Amazonas: su caudal comenzaba a desplazarse hacia el lado peruano, dejando en riesgo el acceso de Leticia al río. Hoy, esa advertencia se cumple, y las consecuencias son cada vez más visibles para esta ciudad amazónica. ¿Aún podemos hacer algo?

Por: Catalina Sanabria Devia

El río Amazonas podría dejar de pasar por Leticia durante varios meses al año.

Foto: Agencia AFP

Hasta hace unas semanas, quizá muchos no habían oído hablar de Santa Rosa. Esta isla, ubicada en medio del río Amazonas y que tiene casi 3.000 habitantes, cobró protagonismo debido a la discusión que estalló entre Colombia y Perú por su soberanía. Luego de que el Congreso del vecino país aprobara una ley para crear el distrito de Santa Rosa de Loreto y así declararla territorio peruano, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia presentó “contundentes notas de protesta”.

El 7 de agosto, en una ceremonia que marcaba el inicio de su último año en el poder, el presidente Gustavo Petro leyó una declaración con la que reafirmó su posición: “Debería haber un acuerdo común entre los dos gobiernos antes de definir si es colombiana o peruana”, sostuvo. El mandatario, además, había mencionado un asunto de fondo en esta polémica. En su cuenta de X, aseguró que la decisión de concebir Santa Rosa como un distrito de Perú “puede hacer desaparecer a Leticia como puerto amazónico”. ¿A qué se refería?

Santiago Duque, profesor de la Universidad Nacional, ha dedicado décadas de su trabajo a investigar este tema: el río Amazonas, el más caudaloso del mundo, se está alejando, poco a poco y de manera natural, de Leticia. El docente explica que, por su geomorfología, cada cierto tramo el río presenta zonas abiertas y estrechos. En estos últimos, el agua se distribuye por diferentes brazos, entre los cuales se forman las islas de cauce, como la de Santa Rosa y otras, las más antiguas: Ronda y Chinería, también conocida como Rondiña.

Aproximadamente 20 kilómetros arriba de Leticia se encuentran uno de esos estrechos, Nazareth, en el cual Duque y sus colegas han medido su profundidad y calculado su caudal a lo largo de los años. “En 1993, un estudio nuestro, de la sede Bogotá de la Universidad Nacional, indicó que el 70 % del volumen del agua que salía de Nazareth se iba por el brazo peruano y el otro 30 % transitaba por dos brazos colombianos que había en ese entonces”, recuerda el profesor. Esto comenzó a evidenciar que el flujo del río estaba disminuyendo en Colombia.

Juan Gabriel León, también profesor de la Universidad Nacional, pero de la sede Palmira, identificó que la situación actualmente es incluso más preocupante, tras realizar mediciones en el estrecho de Nazareth en junio pasado. “Bajé a medir los canales y encontré que para las islas de Ronda y Rondiña (un poco antes de Santa Rosa y Leticia) estaba pasando menos del 19.5 % del agua que viene de Nazareth; es decir, que casi el 80 % ya se está yendo por el brazo peruano”, cuenta León a El Espectador.

Precisamente entre Ronda, que es parte de Colombia, y Rondiña, de Perú, se propuso hacer una excavación que permitiera remover rocas y otros materiales del lecho del río Amazonas. De esa manera, explican los investigadores, se podría garantizar un mayor flujo de agua por los canales colombianos desde el estrecho de Nazareth, pero esa no es una idea nueva. Hace casi dos décadas, los científicos lo plantearon en un proyecto liderado por la profesora Lilian Posada, de la sede Medellín de la Universidad Nacional, pero nada se ha concretado.

Falta de acción

Posada rememora que en 2002 firmó un contrato con el Instituto Nacional de Vías (Invías), adscrito al Ministerio de Transporte. Uno de los objetivos del trabajo era adecuar el muelle Victoria Regia, en Leticia, pues estaba seco y, por lo tanto, no estaba operando. “Propusimos alargar una parte del muelle flotante para llevarlo de nuevo hasta las aguas del río. Lo volvimos a poner en funcionamiento”, cuenta la profesora; no obstante, Posada y sus colegas advirtieron que el muelle volvería a secarse si no se implementaban obras complementarias. Fue entonces cuando sugirieron hacer el dragado para que la misma corriente del Amazonas fuese capaz de mover los sedimentos; en otras palabras, hacer un canal guía para que la fuerza del propio río arrastrara y moviera la arena, el barro y otros materiales que se acumulan en el fondo. Pero hoy, entre Ronda y Rondiña, ya se formó otra isla pequeña, que ha ido cerrando el paso del río. “Eso se pudo haber evitado”, subraya Posada.

El estudio fue entregado al Invías en 2006, con la esperanza de contener el fenómeno y evitar que Leticia perdiera su acceso al río Amazonas. Además de la idea del dragado, los investigadores diseñaron espolones. En palabras sencillas, se trata de grandes estructuras que, si se ubicaran en zonas estratégicas, sumergidas en el río, podrían permitir redirigir el caudal sin afectar su curso natural. Todo esto con el objetivo de que el brazo colombiano mantuviera un flujo constante y suficiente para preservar la navegación.

Posada asegura que la medida de los espolones se tenía que negociar con Perú y que, por esa razón, no tuvo eco y nunca vio la luz. Para la docente, ha habido una falta de acción institucional y de políticas de desarrollo en estos lugares aislados. “Colombia les ha dado la espalda a los ríos”, asegura. El profesor Duque concuerda en que no ha habido voluntad política para solventar estas presiones sobre Leticia, una ciudad cuya actividad económica, turística y social está fuertemente entrelazada con el río.

Los investigadores también perciben con preocupación que se esté planteando construir un malecón en Leticia. Desde la Universidad Nacional señalan que el Invías, hace poco, contrató estudios para sacar este proyecto adelante, con el fin de fortalecer el turismo. Pero los profesores cuestionan: ¿para qué esa obra, si el río se está secando? Posada opina que el dinero de esa inversión se podría destinar a evitar que el Amazonas se desvíe cada vez más de Leticia. Aunque El Espectador consultó una y otra vez al Ministerio de Transporte para conocer su perspectiva al respecto, al cierre de esta edición no hubo respuesta.

La situación es muy inquietante. Según proyecciones de un modelo de la Armada Nacional de hace casi diez años, si no se toman medidas, es probable que el río Amazonas solo llegue a Leticia durante las temporadas de crecidas, mientras que durante seis, siete e incluso hasta ocho meses al año el caudal dejaría de alcanzar la ciudad. “Esos canales, que son de Colombia, se van a secar una gran parte del año, y para ir al río Amazonas habrá que caminar hasta la isla de Santa Rosa”, alerta Duque. De hecho, estos efectos ya se están viendo.

Durante 2024, comerciantes y jóvenes estudiantes de la zona reportaron que tuvieron que caminar varios kilómetros, en medio de lo que algunos calificaron como un “desierto”, para llegar a sus destinos. De abril a septiembre, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) registró una disminución del 82 % del caudal en su estación de Nazareth, con niveles mínimos del río sin precedentes. Si este patrón continúa, “en unos 10 o 15 años ya no entraría agua del Amazonas por el lado de Leticia”, estima León.

Así nace una isla

El profesor de la sede Palmira de la Unal explica que el flujo de agua está perdiendo más velocidad al pasar por Nazareth y estrellarse con las islas del lado colombiano. Esto, a su vez, está facilitando la sedimentación y generando que el río se dirija por el brazo derecho, el de Perú.

Para entenderlo mejor, la bióloga Silvia López, especialista regional para ecosistemas acuáticos continentales en WCS, hace una analogía. “Los ríos son como cintas transportadoras, que, además de agua, llevan energía y materia”, dice. “Mientras tengan fuerza, transportan estas cosas, pero cuando la pierden, las van soltando. En el caso del Amazonas, los sedimentos y materiales que vienen desde los Andes se van depositando en el fondo del río. Con el tiempo, esos sedimentos se acumulan y llegan a formarse bancos de arena que sobresalen de la superficie del agua”. Luego, como explica el profesor Duque, las plantas y los árboles empiezan a crecer sobre esos bancos, colonizándolos y formando así una isla. Esto fue lo que pasó con Santa Rosa, que comenzó a formarse alrededor de 1970.

La profesora Posada cree que aún es posible evitar que Leticia pierda su salida al Amazonas. “Ya es el momento para que Colombia inicie una acción de un dragado, que es lo más rápido que se puede hacer. Todavía se puede evitar que Leticia pierda el río Amazonas”, apunta. Pero para ello sería necesario ajustar los estudios a las condiciones actuales y necesidades de la zona. El mes ideal para hacer el dragado sería septiembre, durante la temporada seca, cuando el agua está en su punto más bajo y la inversión es menor.

En todo caso, los investigadores alertan que es importante actuar pronto. Duque ve una gran oportunidad para que este tipo de asuntos se discutan, ahora que se aproxima la Cumbre de Presidentes Amazónicos, que tendrá lugar en Bogotá, el 22 de agosto. “Lo que hacemos nosotros, desde la ciencia, es acompañar esos procesos para que hagamos las cosas bien, planeándolas, pensando a futuro”, destaca.

*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.

Comentarios