La guerra en Ucrania se ha convertido en el centro de la innovación, en busca de nuevas formas para acabar con el enemigo. Sin embargo, lo nuevo de Rusia nadie se lo vio venir.
Guerra en Ucrania Rusia caballos
Alexey Filippov / RIA Novosti / WarGonzo
Carolina González Valenzuela
Resulta hasta irónico que el conflicto que supuestamente mayores avances en tecnología militar podrían dar recurran ahora a uno de los sistemas bélicos más antiguos del mundo. Parece que el tema del uso de drones no está dando a ningún bando una ventaja especialmente sobresaliente, por lo que toca improvisar.
En las últimas semanas, varias fuentes rusas han confirmado que unidades del ejército ruso se están entrenando a caballo para operaciones de asalto y logística en el frente de Ucrania.
Esta es simplemente una nueva forma de afrontar el conflicto. Las fuerzas rusas, que en su día apostaron todo en tanques, drones y misiles de precisión, se han visto mermadas por la respuesta de Ucrania en forma de interferencias, sabotaje de comunicaciones y la destrucción de blindados. Esto les ha obligado a ir más allá y dejar la tecnología a un lado.
Fuentes del diario ruso Kommersant adelantaron que en la región de Donetsk se organizan ya entrenamientos formales de caballería dentro de la 9ª Brigada, con ejercicios basados en transporte, reconocimiento y asalto ligero. Lo que empezó como algo improvisado con burros y caballos usados para llevar suministros, ha terminado por convertirse en un recurso táctico bien organizado.
La tecnología ha llevado esta guerra entre Rusia y Ucrania a un punto muerto
Se han difundido vídeos por canales progubernamentales como WarGonzo, donde se muestran a los soldados galopando a campo abierto, con armas automáticas al hombro y maniobras en la que uno controla la montura y el otro dispara. En estas prácticas, al parecer, los militares pretenden enseñar a los animales a resistir el sonido de las explosiones y los disparos.
El objetivo con todo esto es ganar en movilidad, teniendo en cuenta que el frente está plagado de minas, las carreteras ya ni existen y los sistemas GPS están bloqueados. Precisamente con esto, los caballos son la salvación: pueden desplazarse sin depender de carreteras ni combustible y parece que también tienen una ventaja en forma de instinto, que les permite, en teoría, evitar zonas con minas.
Aun así, esto parece insostenible. Estamos hablando de animales que necesitan alimento, descanso y cuidados veterinarios. Por supuesto, estos carecen de cualquier protección frente a un ataque. Por eso, incluso los medios rusos admiten que la llamada caballería moderna tiene más de gesto simbólico que de nueva arma militar.
Cuando la imaginación tiene más poder que un arma
Lo cierto es que la caballería no es el único intento ruso por traer al presente métodos del pasado. Antes llegaron los ataques con motos, quads e incluso patinetes eléctricos, todo con tal de desplazar tropas rápidamente sin ser detectadas por los drones enemigos. El resultado fue desastroso. Las unidades fueron cazadas una y otra vez desde el aire, antes de alcanzar las posiciones enemigas.
De ahí que esta novedad tan solo sea un recurso más. No porque sean una mejor opción táctica, sino porque no dependen de señales electrónicas, GPS ni combustible, tres elementos hoy muy escasos en el frente. La guerra ha llegado a tal punto que está totalmente colapsada.
Los drones se encuentran en decenas protegiendo el aire, la electrónica está totalmente fuera de juego, y todo el que se mueve demasiado muere. Volver a métodos básicos puede parecer absurdo, pero es de lo que poco que ya queda.
De ahí que este efecto de usar un caballo resulte tan llamativo para los rusos. Con miles de víctimas, las pequeñas victorias pesan demasiado y este animal se convierte en un recurso propagandístico perfecto para mantener la moral de la población y reflejar algo así como que aún sobreviven y luchan por su país.
Cuando las ideas se acaban, la economía se resiente y no consigues avanzar ni un solo paso pese a la multitud de drones que surcan los cielos, solo te queda lo que siempre funcionó.