Desafíos tecnológicos y no tecnológicos para A.L.

DE LA 4RT A LA 5RT

Por: Fernando Ortega Por Fernando Ortega

Para Lampadia

En el año 2000 comenzamos nuestra pasión por los estudios del futuro y la prospectiva, y ya hablábamos de los automóviles eléctricos y sin conductor, de la terapia genética al alcance de las personas comunes, de la computación cuántica y los nuevos materiales nanoestructurados, entre otros productos, y nos expusimos a que nos tildaran de dementes o de tener un pensamiento perturbado por leer tanta ciencia ficción. La Cuarta Revolución Tecnológica (4RT) comenzó en el 2012, poco más de una década después, y nos trajo todos esos desarrollos de la ciencia, tecnología e innovación (CTI) y otros más.

Hoy, en 2023, ya podemos vislumbrar la Quinta Revolución Tecnológica (5RT), que comenzará posiblemente en una década, años más o años menos. Tenemos entonces, poco tiempo para irnos preparando.

A la luz de los acontecimientos actuales, en América Latina hicimos muy poco para ingresar con fuerza a la 3RT y también a la 4RT. No aprovechamos las oportunidades como sí lo hicieron los países del Lejano Oriente (incluyendo en este concepto al Sudeste Asiático). En los últimos años me he preguntado, en innumerables horas de insomnio, por qué en Latinoamérica no aprovechamos la información anticipada que genera la prospectiva, de la forma en qué sí lo hicieron los países del otro lado del Océano Pacífico.

Creo haber encontrado la razón, y para comentárselo a ustedes, voy a hacer uso del muy conocido cuento de la rana en la olla. Los países de América Latina somos como la rana que fue metida a una olla media llena de agua fría puesta al fuego. Al principio, la rana se sintió muy cómoda en un medio que le proporcionaba un ambiente agradable, hasta que el agua comenzó a calentarse a un nivel que ya no era el de un “jacuzzi” confortable, sino que iba en camino a convertirse en caldo, con ella dentro. La olla es nuestra caja fiscal, que se contenta con poco.

Les invito a revisar el siguiente cuadro generado con las series de tiempo del Banco Mundial (1961-2022):

Fuente: Banco Mundial.

Para sorpresa de muchos, viendo estos números, a América Latina, ni al Perú, no nos fue tan mal no haber aprovechado la 3RT y lo que ya ha pasado de esta 4RT. La respuesta es que en ambos períodos (1972-2011) y (2012-2022), los cambios tecnológicos siguieron generando demanda para los recursos naturales (principalmente mineros) que solemos abastecer al mercado global, situación que podemos asimilar a la etapa de agua fría y agua tibia del cuento de la rana en la olla. Claro que nos puedo ir mejor, si todos los proyectos mineros hubiesen podido concretarse, porque debimos aprovechar los precios relativamente buenos que tuvieron en la década pasada.

El gran problema es que ahora, después de la pandemia del COVID-19, el agua se está poniendo caliente, y las exportaciones tradicionales y no tradicionales de nuestra Región se están viendo seriamente comprometidas por la irrupción de substitutos tecnológicos nacidos de la innovación desarrollada en otras regiones del mundo. Incluso surgen nuevas demandas, como las de las llamadas “tierras raras”, que nuestra minería debería aprovecharlas ahora, antes que en tres o cuatro décadas tenga la competencia de la minería espacial, y los precios caigan.

Y posiblemente las “tierras raras” se encuentren esperando ser extraídas de los “canchones de relaves”, pasivos ambientales dejados por antiguas explotaciones mineras, que guardarían en su seno, contenidos comerciales de estos metales tan requeridos por la microelectrónica, tan valiosos que sus precios se cotizan por kilogramo y no por tonelada: el óxido de lutecio se cotiza a US$ 4,400 el kg., y el óxido de terbio a US$ 700 el kg. Proyectos de este tipo, tienen un fuerte compromiso ambiental al eliminar el riesgo potencial de estos pasivos.

Las crisis socioeconómicas y ambientales que venimos enfrentando en Latinoamérica son la muestra que requerimos urgentemente un cambio drástico en la oferta de nuestras exportaciones nacionales. Hace 30 años, años antes de la 4RT, todavía podíamos hablar de una “necesaria diversificación productiva”; hoy en día, ad-portas de la 5RT, requerimos con urgencia una “real transformación productiva”, de la misma forma en que un antigripal es necesario ante los primeros síntomas de un resfrío, pero cuando ya se convierte en neumonía aguda, sólo queda como opción conseguir un cupo para ingresar a una Unidad de Cuidados Intensivos.

La actual estructura productiva no ha cambiado mucho en los últimos 50 años, y ya es tiempo que lo haga. Hay que tomar en cuenta que las principales características de la 5RT serán:

  • Preferencia por productos y servicios de alto valor agregado basado en conocimiento.
  • Pleno respeto a las normas de propiedad intelectual, principalmente patentes (China ya pasa hoy del millón de solicitudes de patentes al año)
  • Amplio uso de la inteligencia artificial embebida en todos los productos y servicios.
  • Fuerte presencia en los mercados virtuales (multiversos) donde los ciudadanos ejercerán la más amplia libertad.

Ya hemos advertido que todo ello se va logrando si se invierte en investigación y desarrollo (I+D), que es, desde ya, el combustible del crecimiento. A nivel mundial, la moderna minería se está preparando para hacer uso intensivo de las nuevas tecnologías, especialmente de la inteligencia artificial, para hacer frente a estos nuevos retos y generar mayor valor agregado local.

Los países de América Latina (con excepción de Brasil) deben incrementar su inversión en I+D urgentemente a más de 1 % de su PBI para antes del 2030. Por eso llama al pánico que el CEPLAN haya puesto esa meta, pero para el 2050, cuando para ese año, los países que quieran mantener su supervivencia estarán alrededor del 3 % del PBI en I+D. Es como querer participar en un Rally Lima-Buenos Aires pensando que con los 12 galones del tanque de gasolina de nuestro automóvil nos alcanzará para llegar, sin reabastecernos. Como decía mi abuela, ¡Dios nos coja confesados! Lampadia

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