Descifrado el enigma del origen del caballo moderno

HACE 4.200 AÑOS

Un estudio internacional con participación española ha identificado cuándo y dónde se domesticó

Caballos corriendo en las estepas de Mongolia, en julio de 2019 Ludovic Orlando

Descifrado el enigma del origen del caballo moderno

CRISTINA SÁEZ

Enigma resuelto.

Tras décadas de debate acerca de dónde y cuándo se domesticó el que seguramente es el animal que ha tenido un papel más decisivo en la historia de la humanidad, un estudio internacional con participación española concluye que el caballo doméstico moderno se originó en una región al norte del Cáucaso, hace unos 4.200 años. Y desde allí se expandió hasta el Atlántico y Mongolia, y en pocos siglos logró reemplazar a todas las poblaciones de equinos que hasta entonces poblaban Eurasia gracias a dos adaptaciones genéticas que resultaron ser ventajosas.

“La historia de la humanidad no se puede entender sin la historia de la domesticación del caballo”, considera Ludovic Orlando, director del Centro de Antropobiología y Genómica de Toulouse (CAGT) e investigador del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS), en Francia, que ha liderado este trabajo, cuyos resultados se recogen en Nature.

Poder montar a este animal transformó el arte de la guerra, el transporte de mercancías y de personas; permitió la expansión de culturas, de lenguas y de religiones, así como de la agricultura. Y, sin embargo, y a diferencia de otros animales domésticos, hasta el momento se desconocía su origen genético y geográfico. Eso se debía, en buena medida, a que no se habían encontrado restos fósiles concluyentes que permitieran identificar el sitio exacto y el momento en que se domesticó.

Ludovic Orlando

Director CAGT

En trabajos previos, Orlando había intentado resolver esta cuestión buscando y analizando muestras antiguas de caballos halladas en yacimientos de Eurasia considerados orígenes potenciales de la domesticación.

En este sentido, en 2018 halló pruebas de un linaje de caballo doméstico asociado a un asentamiento de la cultura Botai, en Asia Central, de hace 5500 años, que era, hasta aquel momento, el sitio que había proporcionado la evidencia arqueológica más antigua para el caballo doméstico. Sin embargo, al comparar el ADN de esos equinos con el de los equinos modernos descubrió que no estaban emparentados.

CRISTINA SÁEZ

“En esta ocasión la estrategia que hemos seguido es completamente distinta”, explica en una entrevista a La Vanguardia Orlando. “En lugar de buscar en un sitio en concreto, lo hemos hecho en todas las posibles localizaciones barajadas como potencial origen de la domesticación del caballo, desde Iberia hasta Mongolia, pasando por Anatolia, las estepas occidentales de Eurasia y Asia central”, añade.

Se han analizado 273 muestras de caballos que vivieron hace entre 52.000 y 4000 años atrás en toda Eurasia. Ludovic Orlando

Para ello, han contado con la ayuda de más de un centenar de científicos internacionales -entre ellos varios investigadores españoles, como José Luis Arsuaga, codirector del yacimiento de Atapuerca; Silvia Valenzuela del Instituto Milà i Fontanals de Investigación en Humanidades (CSIC); o Arturo Morales, de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM)-, que han proporcionado a Orlando y su equipo del CAGT acceso a 264 nuevas muestras antiguas de entre 52.000 y 2000 años de antigüedad.

Con ellas, y otras 9 más de que ya disponían de anteriores estudios, han podido reconstruir el mapa de la diversidad genética de los caballos en Eurasia e identificar el lugar en el que el linaje que había es más similar al de los equinos actuales: la región de Volga-Don, en lo que hoy es Rusia. Desde allí, hace 4.200 años, se expandieron por todo el mundo y reemplazaron a los otros linajes existentes.

“Hemos analizado 113 billones de secuencias de ADN. Excepto en humanos, jamás antes se había llevado a cabo un análisis de genomas antiguos tan ingente”, destaca Orlando.

La clave del éxito de aquel linaje se basa en dos adaptaciones genéticas que presentaban aquellos equinos y que se asocian a mayor docilidad y espalda más fuerte. “Mutaciones en el gen GSDMC en humanos se relacionan con dolor de espalda, sobre todo en la zona lumbar. En los caballos creemos que podría estar relacionada con mayor fortaleza de espalda, lo que tiene sentido cuando se trata de montarlos o de usarlos para tirar de un carro”, apunta Orlando.

La otra adaptación que presenta este linaje es en el gen ZFPM1, muy estudiado en ratones de laboratorio porque está relacionado con el comportamiento. Seguramente, la mutación de estos caballos de este gen les hacía ser más dóciles y domesticables.

Quizás esas modificaciones genéticas, especulan los autores del artículo, explican por qué, en un momento en que el viaje a caballo se estaba convirtiendo en una tendencia global, este linaje de equinos de las estepas orientales euroasiáticas logró expandirse por el planeta en un tiempo récord.

Dos mutaciones genéticas relacionadas con la espina dorsal y el comportamiento podrían explicar el éxito de la expansión de este linaje.

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