carlos-pregoCARLOS PREGO
@CarlosPrego1
Que Maraya Concert Hall sea una construcción de récord Guinness, que lo es, quizás no sea lo más interesante de su historia. Si hay algo que de verdad destaca de este peculiar edificio levantado en pleno desierto saudí, a unos 220 kilómetros de Tabuk, es la filosofía que tiene detrás y cómo sus creadores decidieron llevarla de la teoría a la práctica. Lo explicaba hace no mucho uno de los arquitectos que se encargó de darle forma, Florian Boje, durante una entrevista con CNN Travel: «Si un edificio no puede competir con el paisaje debe realzarlo». No es un brindis al sol, ni una metáfora, ni una descripción abstracta. No. Maraya realza tan bien su entorno que, según la hora a la que lo visites, apenas se distingue del paisaje.
La razón: está completamente forrado de espejos.
Con ustedes… Maraya Concert Hall. Su nombre tal vez no nos diga demasiado, pero no podría venirle mejor. En árabe «maraya» significa espejo o reflejo y eso es precisamente lo que es el edificio levantado hace unos años por la Comisión Real para Al Ula (RCU) en el desierto de Arabia Saudí: una edificación forrada de espejos, lo que le permite reflejar y realzar la belleza de su entorno. El efecto es asombroso. Tanto, que quienes ya lo han visitado aseguran que hay ciertas horas al día durante las que parece fundirse con su entorno.
Maraya no es el único «edificio espejo» del mundo, ni tampoco el primero que juega de forma espectacular con los reflejos del paisaje que lo rodea. Ahí están las casas espejo diseñadas por Peter Pichler para Bolzano, Italia, o la fascinante torre LUMA Arles creada por el arquitecto Frank Gehry para Arles, en Francia, que si bien está recubierta de acero inoxidable en vez de cristal destaca por su capacidad reflectante, sobre todo durante la puesta del sol. De lo que sí puede presumir el Maraya Concert Hall es de haberse colado en el libro Guinness. Y con razón.
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¿Qué récord tiene?
El de edificio espejado más grande del mundo. Así se lo reconoció a finales de 2019, año en que se presentó al mundo, y así sigue figurando aún hoy en el registro del Guinness World Records. Para ser más precisos, Maraya está recubierto por 9.740 metros cuadrados (m2) de espejos, una segunda piel acristalada que le permite reflejar el sorprendente entorno que lo rodea, el paisaje desértico de Al Ula. El honor, eso sí, podría no durarle demasiado.
La propia Arabia Saudí trabaja ya en otro megaproyecto que quiere recubrir también de espejos, aunque su enfoque es ligeramente distinto: The Line será una «ciudad pasillo» de 170 kilómetros y 200 m de ancho conformada por dos amplias filas de rascacielos que se alzarán 500 m sobre el nivel del mar. Toda una mole ya en construcción y que, según las infografías compartidas por sus promotores, estará forrada también de una superficie que reflejará el desierto.
Un guiño al desierto y la cultura. La ubicación de Maraya puede parecer remota, pero tiene bastante lógica. El edificio se sitúa en el valle de Ashar, un entorno con espectaculares cañones y formaciones rocosas esculpidas durante millones de años. En la zona hay además algunos de los alojamientos más lujosos de la región y muy cerca de allí está el enclave arqueológico de Hegra o al-Hijr, que destaca por sus tumbas monumentales y fachadas decoradas que datan del siglo I a.C. al I d.C. El lugar está reconocido de hecho por los expertos de la UNESCO y supone uno de los mejores exponentes de la civilización de los nabateos.
«Tuvimos la fortuna de visitar el sitio y nos conmovió profundamente el paisaje natural y cultural, así que cuando presentamos nuestro diseño, lo primero que escribimos fue ‘Nada visible debe construirse aquí, así que si tenemos que hacerlo debe ser un cubo espejo silencioso'», explica Florian Boje. El encargo de darle forma recayó en el estudio italiano Giò Forma Studio y Black Engineering.