El Seaglider es un avión eléctrico que vuela a pocos metros sobre el mar usando el efecto suelo como el ekranoplano, el avión más extraño jamás creado por la Unión Soviética
Placeholder
Foto: El Seaglider, en acción. (Regent Craft)
Por Jesús Díaz
En 1966, la Unión Soviética lanzó el avión más extraño y grande del mundo, conocido como el Monstruo del Mar Caspio. Una aeronave que solo podía volar a pocos metros de la superficie del mar. Ahora, una compañía americana está construyendo una versión eléctrica para pasajeros que promete viajes regionales más cómodos y eficientes que un avión de corto alcance convencional.
La compañía se llama Regent Craft y su avión —o barco— volador es el Seaglider, una máquina completamente eléctrica que vuela a pocos metros sobre el agua. Alcanza los 290 kilómetros por hora con una autonomía de 290 kilómetros usando el efecto suelo con que los soviéticos estaban obsesionados en los años sesenta y setenta. Con 450 millones de dólares ya en pedidos preliminares e inversores como el famoso inversor Mark Cuban y Peter Thiel —el Darth Vader de Silicon Valley—, esta empresa aeronáutica afirma que su ekranoplano eléctrico tiene muchas ventajas en comparación con los barcos transbordadores o los aviones de corto alcance pensados para traslados regionales.
Mucho más cómodo y eficiente
Para los viajeros, la gran ventaja es la comodidad. Al ser un barco que vuela a pocos metros sobre el agua, no representa ningún peligro para la seguridad aérea. Como resultado, puedes abordarlo como cualquier otro barco, sin pasar por los interminables controles de seguridad de los aeropuertos, evitando esperas y dolores de cabeza.
Thank you for watching
Después, cuando sube de 72 hasta alcanzar los 290 kilómetros por hora, el viaje está libre de turbulencias gracias al efecto suelo. Este efecto es un fenómeno aerodinámico que ocurre al llegar a una velocidad determinada, gracias a una diferencia de presiones entre la zona sobre el ala y bajo ella, que solo se da a muy baja altura.
placeholderVista lateral del Seaglider. (Regent)
Vista lateral del Seaglider. (Regent)
Regent afirma que la seguridad es otro punto fuerte del Seaglider. La compañía asegura que la baja altitud y su diseño redundante —con ocho motores eléctricos— hacen que sus vuelos sean mucho más seguros que los de un avión tradicional. Una vez que la nave está en vuelo, el Seaglider es extremadamente estable, como los ekranoplanos. De hecho, estas aeronaves eran tan estables que la marina soviética las utilizó como lanzaderas de misiles y transporte rápido de tropas y tanques desde los años setenta hasta finales de los noventa.
Heredero del Monstruo del Mar Caspio
El primer ekranoplano fue el KM, apodado el Monstruo del Mar Caspio. Era una aeronave tan extraña que pilló por sorpresa a los militares y agencias de Inteligencia norteamericanos. Tanto es así que, durante un tiempo, centraron su espionaje en averiguar para qué servía y cuál era su capacidad operativa.
El Seaglider no tiene ni de lejos esa capacidad, aunque supera a otros ekranoplanos actualmente en servicio —mucho más pequeños y con motores de combustión— como el Wigetworks Airfish-8. Estos últimos son más avionetas que aviones de pasajeros.
Sin embargo, el avión de Regent está pensado para ser un método de desplazamiento regional que reemplace los pequeños aviones de pasajeros que actualmente realizan estos trayectos que en Estados Unidos llaman ‘shuttles’.
Placeholder Vista lateral trasera del Seaglider. (Regent)
Vista lateral trasera del Seaglider. (Regent)
Obviamente, si no necesitas llevar el coche, el Seaglider es también mucho mejor que la opción de viajar en ferri. Si realmente funciona como dice Regent, el Seaglider será muchísimo más cómodo y, sobre todo, viajará muchísimo más rápido. Un ejemplo: el autoproclamado ferri de ‘super alta velocidad’ de la compañía Balearia, que conecta la península Ibérica con la isla de Mallorca, alcanza teóricamente los 60 kilómetros por hora. En la práctica, sin embargo, el tiempo total de viaje entre Denia y Palma es de cinco horas. El Seaglider tardaría menos de una hora en cubrir los 233 kilómetros entre los dos puertos, sin que importe el estado de la mar y, aún más importante, sin mareos ni los malos olores del combustible.