El James Webb encontrará vida extraterrestre muy pronto según la ciencia
CER
– Redactor
Recreación de nuestro sistema solar en el James Webb
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Gracias al telescopio James Webb en las profundidades del espacio, más allá del baile orbital de los planetas conocidos, yace el Cinturón de Kuiper: una vasta región del sistema solar exterior que alberga millones de objetos congelados y se extiende como una frontera cósmica que rodea el resto de nuestros vecinos celestes. Es aquí, en esta «tierra de nadie» espacial, donde los astrónomos han descubierto una actividad insólita que desafía nuestras expectativas sobre estos lejanos mundos de hielo, tales como Plutón.
Utilizando el avanzado Telescopio Espacial James Webb, los científicos han dirigido su mirada hacia el Cinturón de Kuiper, encontrando pruebas sorprendentes de que estos objetos, previamente considerados como meras reliquias congeladas del amanecer del sistema solar, podrían estar lejos de ser mundos «muertos». En una reciente investigación publicada en la revista Icarus, el equipo liderado por Christopher Glein, del Southwest Research Institute, reveló hallazgos que sugieren la existencia de procesos activos en algunos de los objetos más grandes conocidos de esta distante región.
Eris y Makemake, dos de los gigantes helados del Cinturón de Kuiper, se convirtieron en el foco de este estudio. Gracias a las capacidades únicas del telescopio James Webb, que opera a una distancia de 1 millón de millas de la Tierra, los astrónomos pudieron detectar indicios de metano congelado en sus superficies. Este descubrimiento es particularmente intrigante porque el metano identificado parece haber sido «cocinado» recientemente, lo que implica la existencia de procesos geológicos activos capaces de transportar este gas desde un interior cálido hacia la superficie helada de estos mundos.
Las poderosas capacidades del telescopio James Webb
Este fenómeno sugiere que, debajo de sus cortezas congeladas, Eris y Makemake podrían esconder océanos subterráneos, similares a los observados en algunas lunas heladas de nuestro sistema solar, como Europa de Júpiter. La idea de que estos distantes objetos del Cinturón de Kuiper puedan albergar núcleos calientes y, potencialmente, agua líquida, amplía nuestra comprensión de la complejidad y diversidad de mundos en el universo y abre la puerta a la especulación sobre la posibilidad de condiciones adecuadas para la vida, aunque aún no se haya encontrado evidencia directa de ello.
La misión New Horizons de la NASA a Plutón ya había comenzado a redefinir nuestra visión del Cinturón de Kuiper, revelando un Plutón lleno de contrastes, con montañas de hielo de agua y vastos glaciares. Ahora, con los nuevos descubrimientos aportados por el telescopio Webb, la región se perfila aún más como un escenario dinámico y posiblemente habitable, desafiando la noción previa de un cinturón de objetos estáticos y muertos.
Un gráfico que muestra cómo una fuente de calor cerca de los núcleos de Eris y Makemake podría sostener un océano e impulsar elementos a la superficie.
El Telescopio Espacial James Webb, una colaboración entre la NASA, la ESA y la Agencia Espacial Canadiense, ha sido diseñado para explorar los confines más lejanos y antiguos del universo. Equipado con un espejo gigantesco de más de 21 pies de ancho y una visión principalmente infrarroja, el James Webb es capaz de captar la luz de galaxias formadas apenas unos cientos de millones de años después del Big Bang, así como de estudiar en detalle los planetas de nuestro propio sistema solar.
El James Webb explora nuestro sistema solar
Este observatorio espacial no solo está revelando los secretos de las estrellas y galaxias más distantes, sino que también está proporcionando nuevas perspectivas sobre los enigmáticos objetos del Cinturón de Kuiper. Con su capacidad para penetrar nubes cósmicas y observar en el espectro infrarrojo, el James Webb está levantando el velo sobre estos mundos helados, ofreciendo una visión sin precedentes de su naturaleza y procesos internos.
La investigación en el Cinturón de Kuiper, potenciada por los avances tecnológicos del telescopio James Webb, no solo enriquece nuestro conocimiento del sistema solar, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre la habitabilidad y la diversidad de condiciones en el universo. A medida que seguimos explorando estas fronteras cósmicas, es probable que las maravillas que descubramos continúen sorprendiéndonos, impulsando la curiosidad humana hacia nuevas y audaces misiones en el espacio profundo.