Se necesita una cultura política que fomente el diálogo, y no la polarización.
BERIT KNUDSEN
El mundo global está inmerso en un contexto de crecientes conflictos, guerras y divisiones, agravados por las redes sociales y la manipulación de grupos de poder. Desde la perspectiva geopolítica, esta situación margina los Derechos Humanos y valores fundamentales como la libertad, reemplazándolos por sus antípodas: dictaduras y autoritarismo. La paz se ve amenazada por el terrorista disfrazado de víctima, que subyuga a poblaciones enteras.
Además de las esferas originales del espacio geopolítico –tierra, mar, aire y espacio–, en la era digital y cognitiva, el ciberespacio y la mente son los escenarios clave donde se gestan los conflictos actuales. En el ciberespacio, campo de batalla virtual, grupos de poder utilizan las redes sociales y medios digitales para manipular la opinión pública y sembrar divisiones. La desinformación y falsas noticias son armas que socavan la confianza y perpetúan la polarización, agravadas por las guerras proxy, con consecuencias regionales y globales.
Los Derechos Humanos, fundamentales para garantizar la libertad y dignidad, se pasan por alto en un entorno donde las narrativas falsas e intereses políticos dominantes prevalecen sobre la verdad y la justicia. La mente humana desempeña un papel crucial en la formación de conflictos con narrativas históricas, identidades culturales y percepciones de agravio que alimentan la hostilidad y dificultan la armonía y soluciones duraderas. Emociones, como el miedo y la ira, nublan el juicio, perpetuando las confrontaciones.
La ideología, usada para legitimar la agresión de regímenes autoritarios, suprime las voces disidentes sometiendo a poblaciones enteras; ejemplo extremo de cómo la ausencia de libertad, lejos de ser censurada, se convierte en norma. En la lucha por el control de la información y la influencia en la opinión pública, el ciberespacio es donde los actores estatales y no estatales compiten manipulando percepciones, conduciendo a profundas divisiones, guerras virtuales y ciberguerras como parte del conflicto.
La geopolítica de la mente se refleja en la lucha por la legitimidad y la persuasión. Moldear la percepción de la realidad, incluso si es falsa, lleva a aceptar políticas autoritarias, debilitando la resistencia contra la opresión.
La sociedad actual enfrenta problemas interconectados que complican el panorama geopolítico; las divisiones se superponen y multiplican, dificultando la comprensión de la problemática y cómo priorizar una crisis sobre otra. Los conflictos en curso, la desinformación, la manipulación y el auge de regímenes autoritarios amenazan la paz y la estabilidad.
En el camino hacia la conciliación, el diálogo y la negociación son esenciales; pero ceder es el elemento imprescindible entre las partes para «ganar» paz y estabilidad. Los mediadores (organizaciones internacionales), son los llamados a actuar con una imparcialidad, que, de no evidenciarse, profundizarán el conflicto.
En medio de estos desafíos, el ciberespacio y la mente son ejes para la formación de conflictos, donde la promoción de los Derechos Humanos y la libertad debería ser la prioridad en la política internacional. Se necesita una cultura política que fomente el diálogo, el entendimiento y no la polarización o exclusión.
La imparcialidad es la única garantía de conversaciones genuinas para que las partes se sientan escuchadas y comprendidas. Solo a través del diálogo, negociación e imparcialidad de los mediadores será posible aspirar a la paz duradera en un mundo marcado por divisiones y conflictos. La resolución de los problemas actuales requiere un enfoque integral que aborde tanto los aspectos materiales como los culturales y psicológicos, con la esperanza de restaurar la paz y la unidad en una sociedad fracturada.
Fuente: https://elmontonero.pe/columnas/escenario-geopolitico-fracturado