La NASA confirma que la sonda Voyager 1 se encontró con «una pared de fuego».

Casi 50.000 grados

A pesar de las increíblemente altas temperaturas registradas, la Voyager 1 no sufrió daños. Algo que fue posible debido a la baja densidad de partículas de la región del espacio

Foto: La barrera de ‘fuego’ que tuvo que superar la Voyager (YouTube/@NASAgovVideo)

Por R. Badillo

La NASA ha explicado que la sonda Voyager 1, tras más de cuatro décadas de trayectoria, ha atravesado una región crítica del espacio conocida como heliopausa, una zona en la que se han registrado temperaturas extremas de entre 30.000 y 50.000 kelvin. Este entorno, descrito popularmente como una “pared de fuego”, representa el límite entre la influencia del viento solar y el medio interestelar. Este hallazgo, calificado como uno de los más relevantes en el estudio del sistema solar exterior, refuerza la idea de que los confines del mismo están definidos no por la órbita de los planetas, sino por el alcance del campo magnético solar. En este caso, se trata de la heliosfera, una enorme burbuja energética cuya frontera más lejana se encuentra precisamente en la heliopausa.

A pesar de las altísimas temperaturas detectadas en la zona, la Voyager 1 logró atravesarla sin sufrir daños estructurales. Esto es posible debido a que la densidad de partículas en esa región del espacio es tan baja que no existe una transferencia de calor significativa. De esta forma, aunque los instrumentos de la nave detectan un entorno altamente energético, los componentes de la sonda no se ven afectados.

“La sonda espacial Voyager de la NASA reveló un descubrimiento extraordinario en los confines de nuestro sistema solar: una vasta región de plasma sobrecalentado, que alcanza temperaturas de entre 30.000 y 50.000 Kelvin.

Esta zona, que encontraron tanto la Voyager 1 como la Voyager 2 al cruzar la heliopausa, el límite donde el viento solar se detiene por la presión del espacio interestelar, se conoce a veces como «muro de fuego».

A pesar de estas temperaturas extremas, la región no representa ningún peligro para la nave debido a su increíblemente baja densidad de partículas; las altas temperaturas reflejan la velocidad de las partículas, no el calor que sentimos.

Los científicos creen que este calor se debe a la compresión del plasma y la reconexión magnética, donde los campos magnéticos liberan grandes cantidades de energía. Los hallazgos de la Voyager revelaron que el límite de la heliosfera es mucho más complejo y energético de lo que se creía. Incluso décadas después de su lanzamiento, las sondas Voyager siguen ofreciendo información innovadora sobre la dinámica y misteriosa frontera entre nuestro sistema solar y el espacio interestelar.”

Fuente: Erika 

@ExploreCosmos_

Datos que confirman teorías previas

Uno de los descubrimientos más sorprendentes realizados por ambas sondas fue la detección de un campo magnético alineado a ambos lados de la heliopausa. Esto contradice las expectativas iniciales, ya que se pensaba que el campo del medio interestelar sería totalmente distinto al generado por el astro rey. Sin embargo, las mediciones muestran una continuidad inesperada.

Los expertos explican que la heliopausa actúa como un frente de choque, donde el viento solar y el interestelar encuentran un punto de equilibrio. De ahí que se haya comparado esta región con la proa de un barco cortando el océano, al generar una estructura en forma de onda a medida que se desplaza por el espacio. Lanzadas en 1977, las Voyager continúan transmitiendo datos útiles desde una distancia superior a los 24.000 millones de kilómetros de la Tierra. Sus instrumentos, aunque diseñados hace más de 40 años, siguen funcionando y enviando información crucial sobre el entorno interestelar. Se trata, sin duda, de una de las misiones más longevas y productivas de la agencia espacial estadounidense.

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