La traición a los tecnoligarcas: ¿Cómo Trump está chantajeando a Apple o Tesla con aranceles y por qué tú pagas las consecuencias?

Las tecnológicas más poderosas están en brazos de Donald Trump en busca de protección y beneficios, pero su juego político parece que ha llegado a su fin.

Donald Trump aranceles

Generada con IA

Por: Carolina González Valenzuela

Silicon Valley y Donald Trump han mantenido durante años una relación complicada, marcada por tensiones políticas y visiones opuestas sobre la regulación tecnológica.

Hace apenas unos años, grandes nombres de la industria como Tim Cook de Apple o Sundar Pichai de Google verbalizaron posturas muy críticas hacia Trump, especialmente por su política migratoria, sus ataques a la prensa y su escepticismo hacia el cambio climático.

Por otro lado, Elon Musk, aunque menos alineado con la izquierda, también tuvo sus roces con el magnate y ahora ya Presidente de Estados Unidos. Sin embargo, en un giro de los acontecimientos, los grandes gigantes de la tecnología —Apple, Amazon, Google, Nvidia e incluso Tesla— empezaron hace unos meses a acercarse a Donald Trump.

¿Qué ha cambiado?

La respuesta es simple: el dinero y el poder. Trump promete un entorno empresarial muy cómodo, con menos impuestos y regulaciones, algo que las grandes tecnológicas casi que ansían por encima de todo para seguir expandiendo sus imperios. Pero esta alianza tiene un precio, y los consumidores podrían ser los grandes perjudicados. 

La razón de este cambio es bastante clara y simple. Las grandes tecnológicas buscan protección frente a las regulaciones antimonopolio, impuestos corporativos más bajos y una política exterior más dura contra China, que, de forma simple, beneficiaría a algunas de ellas en la guerra por los microchips y la inteligencia artificial.

Además, Trump lo ha dejado claro en varias ocasiones, siguiendo con la idea de «América Primero», lo que incluye subsidios para fabricación local y restricciones a empresas extranjeras. Esto favorecería a gigantes como Intel o Nvidia, pero tiene un problema: su obsesión con los aranceles, que ya está dando pie a graves tensiones con las mismas compañías que lo apoyan. 

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Uno de los planes más polémicos de Trump es la imposición de unos aranceles desorbitados. Con tasas que alcanzan hasta el 54% para importaciones desde China, un 46% desde Vietnam y un 26% desde India, las cadenas de suministro de las grandes tecnológicas están temblando.

Apple, que produce la mayoría de sus dispositivos en estos tres países, ahora mismo se enfrenta a un grave problema con dos vías: absorber el coste extra o llevarlo directamente a los consumidores.

El mayor de sus problemas lo encontramos si juntamos esa necesidad de mantener buenas relaciones con Trump y esta novedad. Por un lado, el magnate podría ofrecerles beneficios fiscales y menos regulaciones, pero por otro, sus aranceles aumentarían demasiado sus costes de producción.

La compañía ya ha valorado y sigue valorando alternativas, como trasladar parte de su fabricación a India o Vietnam, pero ese proceso es lento y costoso. Mientras, Samsung —que tiene una producción más diversificada— podría aprovecharse de la situación para ganar cuota de mercado con precios más competitivos.

Lo mismo ocurre con otras empresas: Nvidia y AMD dependen de Taiwán para sus chips avanzados, y cualquier escalada geopolítica con China podría interrumpir su suministro. 

El caso Tesla: Musk y Trump, una relación de amor-odio

Elon Musk es quizá el ejemplo más curioso de toda esta situación. A pesar de sus choques pasados con Trump, el dueño de Tesla y X —antes Twitter— ha mostrado un acercamiento al magnate republicano que ha dejado a muchos con la boca abierta, aunque ahora no lo parezca.

Algunos analistas ya han puesto sobre la mesa la idea de que, de nuevo, también busca protección frente a regulaciones gubernamentales o incluso contratos públicos para SpaceX. Sin embargo, Tesla es una de las empresas más expuestas en esta guerra comercial. 

China es un mercado muy importante para la automotriz, pero también un rival que ya está dejando bastantes cabezas rodando. Marcas como BYD ya superan a Tesla en ventas en algunos países gracias a precios más bajos.

Si Trump sigue añadiendo aún más aranceles a los coches chinos, Pekín, primero ya has visto que ha respondido con más firmeza, pero, esto, desde luego, podría ser el inicio de una gran guerra absurda,  encareciendo aún más los vehículos de Musk en el gigante asiático. Además, Europa está adoptando medidas proteccionistas que también podrían perjudicar a Tesla. 

¿Una traición a los consumidores? El gran afectado

El verdadero problema de esta alianza entre tecnológicas y Trump es que los consumidores saldrán perdiendo. Si se siguen imponiendo aranceles masivos, los precios de smartphones, ordenadores y coches eléctricos subirán. La excusa será ‘proteger la industria estadounidense’, pero en realidad, las empresas seguirán fabricando en Asia mientras trasladan el coste a los compradores. 

Peor aún, si las tecnoligarcas consiguen debilitar las regulaciones antimonopolio, podrían consolidar aún más su poder, reduciendo la competencia y afectando a la privacidad y seguridad de los usuarios. Ya hemos visto cómo Apple y Google actúan como gatekeepers en sus ecosistemas, y con menos regulación, el control podría ser aún mayor. 

Con todo esto, esa repentina amistad entre Trump y los magnates de la tecnología que surgió en su momento, deja bastante claro ahora que era puro cálculo financiero. Las empresas quieren menos impuestos y más libertad para operar, pero si Trump sigue adelante con sus aranceles, podrían terminar ahogándose en su propio juego. 

Mientras tanto, tú como usuario ahora te va a tocar luchar con un futuro en el que la tecnología será más cara, la competencia casi inexistente, por lo que las opciones se reducen y las empresas más poderosas. Es a ti al que le toca pagar el precio de todo esto.

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