javier-jimenez JAVIER JIMÉNEZ
@dronte
Decía Carl Sagan que la única forma de evitar el fin del mundo era establecernos en otro planeta cuanto antes: convertirnos en una especie interplanetaria. Pero es más fácil decirlo que hacerlo. La historia de humanidad desde el principio de los tiempos está llena de ejemplos que muestran que ‘asentarse’ en lugares inhóspitos es algo muy complejo y peligroso.
Por eso, para encarar la colonización de Marte o cualquier otro planeta, la pregunta central no es si tenemos la tecnología para ir (la tenemos), sino cómo de viable es sobrevivir en otro planeta y, más aún, ser autosuficientes sin depender de la Tierra. En ese ámbito la cosa está mucho más verde, pero, aunque nuestra comprensión de las variables que afectarán a las primeras colonias humanas es aún muy pobre, Jean-Marc Salotti quería encontrar una respuesta.
Yo quiero tener 110 amigos
Foto: Chris Boyer
En los últimos años se ha trabajado mucho sobre este tema. Normalmente, desde el punto de vista de la diversidad genética y la adaptación social. Uno de los más trabajos recientes más interesantes es el de Marin y Beluffi que, en 2018, realizaron simulaciones siguiendo generación tras generación a diferentes tamaños de población en un hipotético viaje a Próxima Centauri b. Ellos fueron los que determinaron que un grupo de humanos podría mantener su salud genética de forma razonable siempre que el tamaño inicial fuera mayor que 98.
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Sin embargo, todos estos enfoques se quedan un poco cortos y suelen ser limitados porque, lo reconozcan o no, siempre necesitan el respaldo de la metrópolis. Al fin y al cabo, para colonizar el espacio hace falta algo más que genética. Podemos mandar a un buen número de viajeros a Marte, pero ¿qué pasaría si, por cualquier motivo, las infraestructuras espaciales acaban destruidas y se produce una interrupción a largo plazo en los viajes espaciales? ¿Y si la Tierra decide que esos proyectos no son viables y decide recortar el programa? O, algo que tampoco hay que descartar, ¿y si los colonos deciden, por su cuenta y riesgo, independizarse?
Como defiende Salotti algo que no debemos olvidar son la capacidad humana y técnica para construir una infraestructura que permita producir los recursos necesarios para la supervivencia a largo plazo. Ese es un factor fundamental. Si nos fijamos en los asentamientos de los peregrinos ingleses en la costa de Norte América podemos ver a lo que se refiere Salotti. Muchos de sus problemas venían de que no tenían capacidad para desarrollar unas economía y una infraestructura productiva lo suficientemente rápido como para asegurar la supervivencia a largo plazo. De hecho, ‘acción de gracias’ demuestra que ni a largo, ni a corto.
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Por ello, Salotti ha creado un modelo que le permite estimar el tiempo requerido para implementar las actividades humanas más básicas para la supervivencia a largo plazo y analizar la cantidad mínima de personas necesarias para poner en marcha esas actividades en el tiempo más rápido posible. Sus cálculos permiten hablar de unas 110 personas. Un número que encaja con otros enfoques, pero mucho más bajo de lo esperado desde el punto de vista de la viabilidad técnica.
No obstante, es una primera aproximación. Ahora queda una enorme discusión sobre cuál sería la estrategia más eficaz para sobrevivir allá arriba. Por ejemplo, Salotti teoriza que el modelo más robusto serían colonias con un componente muy comunitario porque, según su criterio, eso garantizarían un mejor aprovechamiento de los recursos. No sabemos si en efecto es así, pero habrá que averiguarlo porque en los enfoques más viables la articulación tiene más otros perfiles más turísticos o subsidiarios de la Tierra que requerirían mucha más gente, más recursos y más tiempo.
Imagen | Nicolas Lobos