¿QUIÉN TEME AL TYRANNOSAURUS?

Por qué pensar que los dinosaurios dominaban la Tierra es una idea de lo más equivocada

Tendemos a imaginar estas criaturas como la especie hegemónica de su tiempo, y la realidad era bastante diferente. Una experta y un estudio desmontan esta creencia

Foto: Foto: iStock.

Por E. Zamorano

Ante seres tan majestuosos y en ocasiones aterradores, es normal que se construyan relatos colectivos de lo más inflados. La paleontología ha llenado de fósiles los museos y el cine de Hollywood ha diseñado con películas de éxito algunas de las mejores pesadillas para los niños de la época. Los dinosaurios representan ese pasado geológico remoto en el que los humanos y, por ende, los mamíferos, no pintábamos nada.

Eran los reyes de la naturaleza debido a su tamaño y fiereza, con el insigne Tryannosaurus Rex en el más alto podio de crueldad (no en vano, su nombre significa literalmente «el rey de los lagartos tiranos»). Y fue, precisamente, una terrible casualidad cósmica la que puso fin a su «reinado». Todo lo que empieza tiene un final y la versión más aceptada por los científicos fue que un gran meteorito impactó en la corteza terrestre borrando su historia de la faz de la Tierra hace 66 millones de años (ahí es nada).

Hay distintas teorías sobre la causa inmediata de su desaparición, más allá del hecho de que impactara este cuerpo celeste que se calcula que tenía unos 12 kilómetros de ancho.

Un estudio de Scientific Reports publicado en 2017 afirma que la roca cayó sobre una gran superficie de hidrocarburos que agravó la explosión, además de producir el posterior enfriamiento global del planeta que sumió a la Tierra en un largo y duro invierno de tres años.

Otros estudios afirman que fue la lluvia radiactiva que se extendió por todo el planeta tras el impacto lo que terminó con estas criaturas. «La razón por la que pensamos que los dinosaurios tenían supremacía sobre el resto de las especies es porque ahora nos vemos en su misma posición» sea como sea, este relato dice mucho más de nuestro tiempo que del suyo.

«La vida no se extinguió por completo ese día de hace 66 millones de años», explica Riley Black, escritora y autora de varios libros sobre los dinosaurios, en un reciente artículo publicado en Aeon. «Algunas especies sobrevivieron y emergieron en un mundo transformado. No podemos evitar dibujar nuestra propia historia en ese momento específico, el amanecer de la Era de los Mamíferos», quienes «heredaron un planeta en el que ya no tendrían que temer la muerte en las fauces de los reptiles».

Sin embargo, como razona Black, «la única razón por la que tendemos a pensar que los dinosaurios tenían supremacía animal sobre el resto de las especies es porque ahora nos vemos en su misma posición». En este sentido, «la aniquilación de estos ‘reptiles gobernantes’ se ha tomado como una advertencia de lo que podría pasarnos».

Nuestra civilización ha inflado demasiado el relato de los dinosaurios, dando por hecho que dominaban la Tierra, cuando en realidad tan solo fueron unas víctimas más de los cambios geológicos que les pasaron por encima.

«Pollos asados del Cretácico»

De hecho, fuimos nosotros, los mamíferos, los que conseguimos evolucionar, sobrevivir y poblar la Tierra con más aplomo que ellos, que murieron abrasados por la explosión o cuyo legado pervivió en algunas especies de aves de lo más inofensivas. Entonces, para ser los reyes del más alto rango natural, estaban muy mal asesorados.

«La temperatura de la Tierra creció exponencialmente, asando a los últimos dinosaurios no aviares en lo que podría describirse como ‘pollos asados del Cretácico'», repasa con humor la escritora. «Los mamíferos, pájaros, lagartijas y otras mansas criaturas que luego sobrevivieron lo hicieron encontrando refugio bajo tierra o bajo el agua para protegerse de tal conflagración global. Alrededor del 75% de las especies conocidas se extinguieron en un chasquido geológico de dedos».

«La historia de la vida en la Tierra no puede resumirse como un balance de pérdidas y ganancias a lo largo del tiempo» No solo eso, sino que los mamíferos no éramos ni mucho menos sus vasallos. Recientemente, un estudio de la revista Nature se hizo eco del descubrimiento de un nuevo fósil de 125 millones de años que muestra a un dinosaurio siendo atacado por un mamífero de menor tamaño.

Al parecer el saurio estaba siendo cazado por un mamífero de menor tamaño, y un deslizamiento de tierra causado por una erupción volcánica les sepultó, quedando así conservados para la posteridad. Los autores del estudio especulan con la idea de que ciertos mamíferos podían cazar a crías de dinosaurio.

El argumento más certero para desmontar que los dinosaurios eran los reyes de la naturaleza y luego delegaron su dominio en los mamíferos es la propia existencia de bacterias y demás organismos microscópicos, las verdaderas señoras de todo lo vivo, las que llegaron antes y hoy en día perduran y ostentan el poder de hacer que el resto de los seres enfermen hasta la muerte.

Quien mucho abarca, poco aprieta, y en el caso de los dinosaurios, no por ser tan grandes eran poderosos o resistentes; de hecho, las aves carnívoras de su especie se extinguieron con suma facilidad, mientras que las herbívoras (que a ojos de las grandes narraciones de Hollywood son las más pacíficas) fueron las que sobrevivieron habitando las grietas de la tierra.

La historia natural nos demuestra que para sobrevivir no hace falta fiereza, sino ingenio. «La historia de la vida en la Tierra no puede resumirse como un balance de pérdidas y ganancias a lo largo del tiempo», concluye Black.

«Tampoco nuestro momento puede entenderse como diferentes grupos de criaturas cediéndose el camino unas a otras a medida que la vida sube los peldaños del progreso. La realidad, como la vida misma, es desordenada. Una existencia toca a otra, enredándose y estableciendo las condiciones para lo que podría aparecer mañana».

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