Gracias al efecto de una microlente gravitacional, amplía el mapa de mundos posibles en una región lejana de la Vía Láctea.
Un planeta de gran tamaño fue encontrado en una zona poco explorada de la galaxia utilizando un método basado en la curvatura del espacio-tiempo.
Un planeta de gran tamaño fue encontrado en una zona poco explorada de la galaxia utilizando un método basado en la curvatura del espacio-tiempo.
Un planeta gigantesco, orbitando en silencio en los límites de la Vía Láctea, se dejó ver gracias a un fenómeno cósmico que Albert Einstein predijo hace más de un siglo. Se trata de un exoplaneta con tamaño similar a Júpiter, que gira en torno a una estrella enana roja en una región poco explorada de nuestra galaxia.
El hallazgo se concretó durante el evento AT2021uey, y fue posible mediante el fenómeno de microlente gravitacional, que ocurre cuando un cuerpo masivo curva el espacio-tiempo y amplifica la luz de fondo de otra estrella. El descubrimiento se publicó en Astronomy & Astrophysics en mayo.
El planeta, denominado AT2021uey b, posee una masa de 1,3 veces la de Júpiter y se ubica a 4 unidades astronómicas de su estrella, una distancia cuatro veces la que separa a la Tierra del Sol. Esta posición lo sitúa en la llamada “línea de nieve”, un área clave para la formación de planetas donde se solidifican compuestos como el agua.

Skycr
La técnica basada en Albert Einstein
Los astrónomos descubrieron el planeta mediante microlentes, un método utilizado sólo tres veces anteriormente, según el estudio. La microlente, que se basa en la teoría de la relatividad de Einstein, donde explica que los objetos masivos que se mueven por la galaxia deforman el tejido del universo, llamado espacio-tiempo. Según explicó Marius Maskolinas, astrónomo de la Universidad de Vilna: “Este tipo de trabajo requiere mucha experiencia, paciencia y, francamente, un poco de suerte”. Y agregó: “El 90 % de las estrellas observadas pulsan por diversas razones, y solo una minoría de los casos muestra el efecto de microlente”.
El evento fue identificado por primera vez en 2021 gracias a datos del telescopio Gaia de la ESA y se confirmó con observaciones terrestres desde el Observatorio Astronómico Moltai en Lituania, junto a los proyectos ZTF y ASAS-SN.
Un sistema planetario en un sitio poco común

El sistema está formado por una estrella enana roja de 0,49 masas solares y con 3.680 kelvins de temperatura. Aunque estas estrellas son frecuentes en la galaxia, no es común encontrar planetas tan grandes orbitándolas a distancias tan amplias.
Lo que vuelve único a AT2021uey b es su ubicación: el planeta y su estrella están en el disco galáctico, mientras que la fuente de luz de fondo proviene del halo galáctico. Según Edita Stonkut, directora del proyecto de microlente de la Universidad de Vilna: “La mayoría de los efectos de microlente se registran en la parte más densa de la galaxia: en su centro y disco. Sin embargo, logramos encontrar este fenómeno de microlente bastante lejos del centro, en el llamado halo galáctico”. Y añadió: “Este es solo el tercer planeta en la historia de la observación descubierto tan lejos del bulbo galáctico”.
Durante el evento AT2021uey, el planeta generó una anomalía en el brillo que duró solo unas horas, suficiente para estimar su masa, distancia y ubicación. “Lo que me fascina de este método es que puede detectar esos cuerpos invisibles”, explicó Maskolinas. “Imaginen un pájaro volando frente a ustedes. No ven al pájaro en sí ni saben qué color tiene, solo su sombra”.
Los científicos destacaron que este planeta se ubica en una región con baja metalicidad, lo que lo convierte en un laboratorio natural para estudiar la formación de planetas en ambientes poco favorables. Stonkut recordó: “Cuando se descubrió el primer planeta alrededor de una estrella como el Sol, fue una gran sorpresa que ese planeta tipo Júpiter estuviera tan cerca de su estrella”.
AT2021uey b se suma a la reducida lista de planetas descubiertos mediante microlente gravitacional en áreas exteriores de la galaxia. El hallazgo resalta cómo las colaboraciones entre observatorios y telescopios espaciales permiten ampliar el mapa de exoplanetas posibles, utilizando señales breves y sutiles para detectar mundos que de otro modo permanecerían invisibles en el vasto cosmos.