El James Webb apunta al espacio profundo y encuentra la que podría ser la primera supernova del universo.

Al parecer, la explosión se produjo solo 720 millones después del Big Bang. Por ello, también es la más lejana jamás detectada

Por: Rubén Badillo

Imagen del VLT de una supernova de doble detonación

ESO

El Telescopio Espacial James Webb ha sumado otro logro más a su ya extensa colección de éxitos en la exploración del espacio profundo. En esta ocasión, las cámaras del dispositivo han logrado identificar la explosión estelar más lejana jamás detectada, lo que supone también que es la más antigua de todas las que se han documentado. Según explican los investigadores en dos artículos científicos publicados en la revista Astronomy & Astrophysics (disponibles aquí y aquí), tuvo lugar apenas 720 millones de años después del Big Bang, lo que arroja nuevas pistas acerca del universo primitivo.

La supernova en cuestión se sitúa, por antigüedad, en plena Época de la Reionización, un período crucial en la historia del universo en el que la radiación de las nuevas estrellas y galaxias comenzó a ionizar el denso gas de hidrógeno neutro. Algo que hizo que se volviera transparente a la luz. Fue localizada gracias al brote de rayos gamma (GRB, por sus siglas en inglés) 250314A.

Un hito en la observación del cosmos

El proceso de identificación de esta supernova comenzó con la detección inicial del satélite Space Variable Objetcs Monitor(SVOM), que localizó una intensa ráfaga de radiación gamma. Debido a su extensa duración, el GRB 250314A fue considerado resultado directo de la muerte explosiva de una estrella con una masa colosal, la cual habría dado como resultado un agujero negro o una estrella de neutrones.

Posteriormente, el Observatorio Neil Hehrels Swift de la NASA y el Very Large Telescope (VLT) analizaron también la ráfaga de rayos gamma y establecieron la distancia a la que se originó. Ese fue el momento en el que se descubrió que se produjo cuando el universo tenía solo un 5 % de su edad actual, es decir, que se produjo unos 720 millones de años después del Big Bang, si se usan como base los modelos cosmológicos actuales.

Andrew Levan, astrofísico de la Universidad de Radboud, Países Bajos, y coautor del estudio, ensalzó la singularidad de la observación: “Solo se han detectado un puñado de brotes de rayos gamma en los últimos 50 años que se hubiesen producido dentro de los primeros 1.000 millones de años del universo”. Por ello, considera que este descubrimiento “es tan extraño como emocionante”.

Similitudes con otras explosiones recientes

El James Webb fue programado para observar la fuente luminosa meses después de que se detectase el estallido, teniendo en cuenta la dilatación temporal que impone la expansión del universo. Esta planificación permitió capturar el pico de brillo de la supernova asociada, que fue visible semanas después del evento inicial.

El análisis del espectro de la supernova por parte del James Webb arrojó una conclusión sorprendente: era muy parecido al de las supernovas modernas. Un dato fundamental que implica que, como mínimo, una parte de las estrellas presentes en la Época de la Reionización eran muy parecidas a las que surgieron después.

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