La misión de este dron era el de captar y espiar a la antigua Unión Soviética, no era excesivamente grande y debería volar durante 50 horas seguidas, el dron era propulsado con energía atómica.
Los planes para espiar a los enemigos durante la Guerra Fría fueron sin duda una parte más de este conflicto larvado. Estados Unidos y la Unión Soviética desarrollaron diseños y planes para espiar al contrario y así encontrar información valiosa sobre actividades militares o económicas. Estados Unidos fue pionero en el diseño de aviones espía. Soviéticos, chinos y cubanos también fueron pioneros en derribarlos con fuego antiaéreo.
Entre los planes diseñados por los estadounidenses se encontraba el crear un dron que funcionara nada menos que con energía atómica incorporada. Uno de los drones que se diseñó para estas misiones debería tener unas características muy especiales entre ellos el de volar durante 50 horas seguidas a más de 1.200 millas de distancia, es decir cerca de 2.000 kilómetros.
El plan fue recogido en el Proyecto Aquiline que tendría como misión el espiar la Unión Soviética gracias a doce drones propulsados por energía nuclear que tendrían la capacidad de estar en el aire durante un mes completo, todo un récord. Estos drones podrían llevar también cargas secretas al interior de la URSS para los agentes clandestinos. El proyecto nunca se completó y la idea quedó olvidada.