Las nuevas herramientas basadas en algoritmos han llevado la edición y el retoque fotográfico a un nivel superior
Para muchos profesionales, suponen un reto sin precedentes, quizá el mayor al que han tenido que enfrentarse
Por SAMUEL A. PILAR La Inteligencia Artificial revoluciona el mundo de la fotografía La llegada de la inteligencia artificial ha supuesto una verdadera revolución para la fotografía. GETTY IMAGES
9 min.
El estallido que ha experimentado la inteligencia artificial durante los últimos meses ha tenido su cara más visible en dos tipos de aplicaciones: las de lenguaje, cuyo máximo exponente es ChatGPT, y las de imágenes, con DALL-E 2, Midjourney o Stable Diffusion. En un mundo profundamente audiovisual, donde las redes sociales y las plataformas de transmisión en línea han adquirido un protagonismo extraordinario, la llegada de estas aplicaciones ha supuesto una verdadera revolución que ha sacudido los cimientos de múltiples campos, como es el caso de la fotografía.
La proliferación de dispositivos móviles hace que sea más fácil que nunca capturar, compartir y consumir contenido visual. Las imágenes, que siempre han sido herramientas muy eficaces para transmitir información, han visto cómo su poder se ha disparado hasta extremos antes impensables, al mismo tiempo que se ha difuminado la frágil barrera entre lo real y lo ficticio.
Aunque la edición y el retoque han sido habituales desde los inicios de la fotografía, los algoritmos han llevado esta capacidad a un nivel superior. Las nuevas herramientas permiten alterar las imágenes prácticamente sin limitaciones: modificando, agregando o eliminando cualquier elemento, e incluso creándolas a partir de la nada; lo que plantea numerosas dudas y deja sobre todo un interrogante flotando en el aire: ¿Está en riesgo la representación de la realidad?
Esta pregunta cobra especial sentido en disciplinas cuya principal razón de ser es la veracidad, como es el caso del fotoperiodismo o la fotografía documental.
«En el fondo, no es nada nuevo, ya que siempre se han hecho trampas en el periodismo y en el fotoperiodismo. Lo que hay que hacer es evitar que tengan recorrido; aunque, evidentemente, cuanto más sofisticado es el sistema tramposo, más difícil es de controlar», asegura a RTVE.es Gervasio Sánchez, fotógrafo y periodista especializado en conflictos armados. «Los que están acostumbrados a hacer trampas o a jugar a la duda, por esa frontera muchas veces poco clara entre lo riguroso y lo no riguroso, aprovecharán la coyuntura para mejorar sus trampas», considera.
Desinformación e imágenes fraudulentas campan a sus anchas en las redes sociales en esta época bautizada como la de la posverdad, donde la realidad muchas veces se deforma y queda relegada bajo el peso de las emociones que suscita. «Lo más grave es que hay mucha gente que le da igual, incluidos algunos medios de comunicación. Eso es lo más triste», se lamenta Gervasio Sánchez, quien compara esta situación con las guerras, las mismas que él lleva cubriendo durante más de cuatro décadas: «Aquí no solo son culpables los que matan, sino también los que jalean a los que matan, los que señalan a los que hay que matar y también los que miran hacia otro lado. El principal culpable no es el que engaña, sino todos aquellos que permiten el engaño».
“Gervasio Sánchez, fotoperiodista: No puedo entender que un algoritmo sustituya nuestro trabajo”.
Sin embargo, a pesar de esta irrupción en tromba de la inteligencia artificial que amenaza con llevarse por delante algunas de las facetas que hasta ahora se consideraban exclusivamente humanas, este veterano fotoperiodista apela precisamente a la importancia de preservar ese espacio moldeado por el corazón que resulta invisible a los ojos de la máquina. «¿Tú puedes hacer lo mismo que el pintor Antonio López con un ordenador? Por supuesto, e incluso mejorarlo. Pero no va a ser igual. El factor humano es necesario para crear historias originales y apasionantes», defiende.
«Se podrán escribir novelas con inteligencia artificial, seguro que sí. Y podrán ser casi perfectas, pero no estarán hechas por alguien que ha aplicado ese factor humano: su experiencia, cómo ha sido su vida, cuál es su forma de pensar; qué importancia tuvo su padre, su madre, sus hermanos… Cuando escribes una historia o un relato todas esas aportaciones están presentes», continúa Gervasio Sánchez, para concluir: «No puedo entender que un algoritmo sustituya el trabajo de un periodista. Aunque lo hiciera fantásticamente, no es real, y por eso no tiene nada que ver con mi oficio».
La ciencia fotográfica
Pero si hay un ámbito en el que la autenticidad es obligatoria, más si cabe que en el fotoperiodismo, es el de la fotografía científica, cuya misión es ofrecer un reflejo exacto de la realidad que está captando. «El nuestro es el último campo en el que debería entrar la inteligencia artificial, aunque sea bastante tentador. Si pretendemos ir mucho más allá de lo que nos permite nuestra vista y nuestro instrumental, no podemos permitir que ese más allá se lo invente una máquina», declara a RTVE.es Luis Monje, presidente de la Asociación Española de Imagen Científica y Forense (AEICF), quien mantiene que «aquí no puede haber ningún tipo de manipulación».
Luis Monje, fotógrafo científico: «El ojo humano es una herramienta muy limitada»
Para este biólogo y profesor de la Universidad de Alcalá, las nuevas herramientas basadas en inteligencia artificial suponen «la tercera revolución de la fotografía, después de la segunda, que fue la llegada de la fotografía digital, y de la primera, que fue la aparición de la fotografía en sí». «Lo están cambiando todo por completo, y van a terminar con una parte de la profesión, excepto aquellos que sepan adaptarse o buscar especialidades en las que la inteligencia artificial todavía no tiene mucho que decir, como es el caso de la fotografía científica», argumenta.
Monje reconoce que estas nuevas herramientas sí que van tener un gran impacto en el análisis forense, por medio del cual se determina la autenticidad y el valor probatorio de las imágenes, principalmente en juicios. «Para los que nos dedicamos a imagen forense, nos va a traer muchos quebraderos de cabeza y también más trabajo, ya que a la velocidad a la que aumenta la calidad fotorrealista de las imágenes, vamos a terminar siendo los únicos que podremos garantizar su autenticidad; ya no solo en el ámbito forense, sino para editoriales, concursos…», prevé.
“Luis Monje, fotógrafo científico: La inteligencia artificial supone la tercera revolución de la fotografía”.
En cuanto a esa dificultad cada vez mayor para reconocer las imágenes manipuladas, este especialista aclara que «de momento, la inteligencia artificial afecta solo a la representación visual de la imagen y no a su ultraestructura hexadecimal», por lo que los peritos fotográficos aún guardan varios ases bajo la manga. «Se puede crear una imagen sintética y tratar de darle autenticidad falseando los metadatos, pero todavía nos quedan recursos más profundos para detectar falsificaciones o imágenes generadas por inteligencia artificial. Podemos analizar la estructura lógica de la imagen, la forma de los píxeles, el grado de luminancia, aberraciones, compresión… Un montón de parámetros que por ahora no se pueden falsear y menos aún en conjunto», explica.
«La inteligencia artificial ha venido para quedarse. En todos los campos va a tener un impacto muy grande, y también en la fotografía, porque más o menos siempre se ha pensado que era un fiel reflejo de la realidad, y ha dejado de serlo. Ya no es que la mejore, es que la falsifica por completo, puesto que partiendo de cero se puede crear la imagen sin ninguna base previa, y esto será un problema en el futuro para la creatividad», expresa Luis Monje. «Será más sencilla de generar y más barata, pero al ser más barata hará perder la profesión a muchos fotógrafos», augura.
El universo de lo pequeño
Dentro de la fotografía científica se encuentra la fotomicrografía, que retrata los objetos no visibles a simple vista. Estas imágenes, basadas en complejas técnicas como el apilamiento fotográfico, se caracterizan por tener una apariencia irreal, ya que reflejan un universo habitualmente vedado al ojo humano. Esto hace que, en muchos aspectos, las imágenes obtenidas mediante fotomicrografía puedan confundirse con aquellas generadas por inteligencia artificial.
«A los que hacemos fotomicrografía, las herramientas de inteligencia artificial nos perjudican, porque cuando la gente ve una imagen nuestra que es real, junto a otra irreal que ha sido generada con un programa, le da menos importancia a la nuestra, sobre todo a su parte creativa, y puede perder confianza en nuestro trabajo», asegura a RTVE.es Ángel Navarro, uno de los mayores referentes en esta disciplina a nivel español, y cuyo trabajo fue reconocido en el prestigioso certamen internacional IPA.
“Ángel Navarro, experto en fotomicrografía: Es fundamental no desvirtuar, porque tienes que mostrar lo que los ojos no pueden ver”.
La fotomicrografía de artrópodos, que es la que él desarrolla, representa un auténtico reto desde el punto de vista técnico, debido a la dificultad para atrapar matices tan esquivos como la amplitud de su gama cromática, la complejidad de sus texturas, la iridiscencia o las transparencias. El resultado es tan espectacular que cuesta creer que estas imágenes sean reales. «A lo que yo contribuyo es a mostrar la naturaleza, pero aportando también una estética», declara Navarro, quien confiesa que con su trabajo intenta «buscar el arte de la naturaleza, con una buena iluminación, con un buen encuadre, con un buen fondo…». «Lo que no sé es si la inteligencia artificial llegará a esto», se pregunta.
«El objetivo de la imagen científica es ser lo más fiel posible a la realidad, al sujeto, al insecto en mi caso. Es fundamental no desvirtuar, porque tienes que mostrar lo que los ojos no pueden ver. Ahora, si lo que vas a enseñar es una imagen artificial, estás engañando a la gente», advierte Navarro.
Imagen de una cabeza y ojos de mosquito, ganadora del primer premio de Naturaleza y Macro en los premios IPA 2020. Cabeza y ojos de mosquito. Imagen ganadora del primer premio de Naturaleza y Macro en los premios IPA 2020. ÁNGEL NAVARRO
Los avances en inteligencia artificial han permitido desarrollar aplicaciones de procesamiento de imagen capaces de mejorar radicalmente la calidad de las fotografías. Estas herramientas reducen el ruido, aumentan la nitidez, ajustan el balance de blancos y aplican todo tipo de correcciones, de tal forma que cualquier usuario puede conseguir resultados profesionales sin apenas esfuerzo. Además, permiten obtener casi de manera instantánea cualquier imagen que se busque. Como a un genio recién salido de una lámpara, basta con formularle el deseo al algoritmo.
Esta facilidad de uso, sumada a la calidad de sus resultados, hacen que estas aplicaciones se conviertan en una dura competencia para muchos profesionales, especialmente aquellos que se dedican a la fotografía de publicidad y de moda. «Ahora mismo, el impacto no es tanto como el que va a haber», pronostica Eva Casado, presidenta de la Asociación de Fotógrafos Profesionales de España (AFPE), quien revela que, en la actualidad «la que más se está viendo afectada es en la fotografía de stock, la que no está personalizada».
A pesar de que estos profesionales están acostumbrados a reinventarse constantemente, la irrupción de las herramientas generativas de inteligencia artificial supone un reto sin precedentes, quizá el mayor al que han tenido que enfrentarse. «Antes de la pandemia ya estábamos viviendo un momento vuca, pero ahora estamos en un momento súper vuca», sostiene esta fotógrafa de publicidad, haciendo referencia a ese acrónimo anglosajón que describe aquellas situaciones especialmente difíciles de gestionar.
“Eva Casado, presidenta de la AFPE: Al final siempre va a haber clientes que valoren el trabajo del fotógrafo”.
«En fotografía de moda y sobre todo de publicidad, si partes de un concepto y no necesitas ver el producto, realmente lo puedes hacer por inteligencia artificial», agrega, y apunta a que actualmente se está tendiendo a desarrollar campañas de publicidad en las que ya no es necesario ver el producto, sino que «lo que se vende es una emoción», y «es muy fácil solventar ese tipo de imágenes sin fotógrafo».
Sin embargo, Casado considera que el futuro «va a depender, en gran medida, de las tendencias del mercado», algo que es muy difícil de predecir. «A principios de los 2000, en publicidad se llevaba una fotografía muy perfecta, pero luego se ha tendido a otra más natural, que sigue siendo bonita, pero no perfecta», explica, y pone otro ejemplo: «Ahora mismo en moda publicitaria se está utilizando carrete».
«Si pienso en el futuro, aunque no se sabe lo que va a pasar, porque la inteligencia artificial está cambiando muy rápido, yo creo que lo que sea personalizado no se va a perder», augura la presidenta de la AFPE, quien cree que «al final siempre va a haber clientes que valoren el trabajo del fotógrafo, ya que les ofrecerá algo diferente».