Se trata de tres planetas fuera del Sistema Solar que reúnen unas características completamente diferentes a las de ningún otro conocido hasta ahora
La NASA descubrió el posible «eslabón perdido» de la formación planetaria. (Foto: Shutterstock)
El «cazador» de planetas de la NASA «Tess» ha encontrado tres «exoplanetas» (fuera del Sistema Solar) que podrían ser el «eslabón perdido» para comprender la formación planetaria, ya que reúnen unas características completamente diferentes a las de ningún otro conocido hasta ahora.
El satélite «Tess» fue lanzado el pasado año desde Cabo Cañaveral con la misión de analizar cerca de 20.000 exoplanetas y escudriñar las posibilidades de que en alguno de ellos se den las condiciones necesarias para albergar vida.
Investigadores de instituciones científicas y académicas de varios países han analizado los datos facilitados por el «Tess» y publicaron los resultados de su investigación en la revista Nature Astronomy.
De los tres nuevos «exoplanetas» descubiertos ahora (bautizados como TOI-270), uno es rocoso y ligeramente más grande que la Tierra y los otros dos son gaseosos y miden aproximadamente el doble que nuestro planeta, según informa la Universidad de California, que ha liderado esta investigación.
El nuevo «sistema» -tres planetas y su estrella anfitriona- ha recibido ese nombre por ser el «objeto de interés» número 270 que descubre el satélite de la NASA (Tess Object of Interest).
Los tres exoplanetas que ha encontrado el «cazador» de planetas de la NASA «Tess». Estos podrían ser el «eslabón perdido» para comprender la formación planetaria. (EFE)
El más pequeño de estos cuerpos descubierto ahora estaría además en una zona «habitable» -a una distancia de su estrella más próxima lo suficientemente lejana como para permitir la existencia de océanos de agua líquida-, según los datos facilitados por esta Universidad.
«Hemos encontrado muy pocos planetas como éste en zonas habitables, y muchos menos alrededor de una estrella con esas características», subrayó el científico Stephen Kane, profesor de Astrofísica Planetaria de la Universidad de California, y corroboró que en el Sistema Solar no existe ningún planeta como ese.
En el Sistema Solar hay planetas pequeños y rocosos, como la Tierra, Mercurio, Venus o Marte, y otros mucho más grandes, como Saturno, Júpiter, Urano o Neptuno, pero no «intermedios» como los que se han hallado ahora.
Los investigadores consideran que el nuevo descubrimiento va a permitir estudiar el «eslabón perdido» entre los planetas pequeños y rocosos como la Tierra y los más grandes y dominados por el gas, como Neptuno, y determinar, por ejemplo, si uno de estos planetas ha tenido alguna vez un océano de agua líquido y si reúne las condiciones adecuadas para la vida.
Los datos aportados por el «Tess» apuntan que es poco probable que en el más pequeño de los «exoplanetas» descubiertos hubiera vida, ya que la superficie está demasiado caliente, pero los otros dos, situados a una mayor distancia de la estrella, sí podrían estar más fríos y permitir por lo tanto que el agua se acumulara en la superficie.
En la investigación han intervenido también científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, que coincidieron en que uno de los «exoplanetas» descubierto ahora se encuentra en una zona «templada», lo que le situaría en un rango de temperaturas que podrían soportar alguna forma de vida.
El tamaño intermedio de los nuevos planetas es, según subrayó este Instituto en un comunicado, «ideal» para conocer si los planetas pequeños y rocosos como la Tierra y los más grandes como Neptuno siguen un mismo camino o si evolucionan de una forma completamente diferente.
El científico Francisco Pozuelos, actualmente en la Universidad de Lieja (Bélgica) e investigador colaborador de la Universidad de Granada, en España, consideró que éste puede ser un excelente laboratorio para comprender mejor cómo se forman y evolucionan los sistemas planetarios, ya que el tamaño de los planetas es muy diferente al de los ya conocidos.
Su estrella «anfitriona» es además especialmente brillante, y aunque suelen ser muy activas y con frecuentes llamaradas y tormentas solares, ésta parece ser muy antigua y se ha «calmado», por lo que emite un brillo constante que permite a los científicos una mejor observación y estudio.
Fuente: EFE