La propulsión láser para viajar a Marte en sólo media hora: “Puede convertirse en arma letal”.

Cómo solucionar el problema

La propulsión por cañones láser puede pasar de ser un motor para viajar al 20% de la velocidad de la luz a un arma capaz de vaporizar objetivos en Tierra

Foto: Un enorme cañón láser orbital de gran potencia impactando contra la superficie terrestre. (C&C)

Un enorme cañón láser orbital de gran potencia impactando contra la superficie terrestre. (C&C)

Por Jesús Díaz

La tecnología de propulsión con energía dirigida —usando cañones láser colocados en órbita para acelerar naves con velas metálicas a velocidades inimaginables— se ha convertido en la piedra angular de una nueva era de la exploración espacial. Científicos de todo el mundo están desarrollando esta nueva tecnología capaz de propulsar naves espaciales a velocidades relativistas y permitir la exploración de otros sistemas estelares en menos tiempo del que dura una vida humana. Pero esa visión de un futuro brillante contiene un grave riesgo oculto para el futuro de la civilización: si cae en las manos equivocadas o no se regula adecuadamente, estos cañones podrían convertirse en una seria amenaza para la humanidad, como apunta Paul Gilster en Centauri Dreams. Philip Lubin, profesor en la Universidad de California, Santa Bárbara, y uno de los principales pioneros en este campo con la tecnología DE-STAR 4 (acrónimo en inglés de Directed Energy System for Targeting of Asteroids and exploRation), plantea en un estudio que un sistema así “propulsaría una pequeña ave con una vela láser de un metro al 26% de la velocidad de la luz en unos 10 minutos”. Con esta tecnología, estas pequeñas naves conocidas como ‘wafersat’ (abreviatura de satélite de oblea en español) por el reducido tamaño de su fuselaje podrían llegar a Alfa Centauri en apenas 20 años.

Pero los poderosos cañones láser necesarios para este tipo de propulsión son también potenciales armas de destrucción masiva si se apuntan en dirección a un punto en la Tierra, como afirma Adam Hibberd, del Instituto para Estudios Interestelares en Londres. Hibberd ha dedicado parte de su trabajo a analizar los riesgos de utilizar estos rayos láser a gran escala. “Debemos estar atentos a las posibles aplicaciones bélicas de estos sistemas”, advierte. El sistema DE-STAR 4, por ejemplo, puede generar haces de hasta 70 gigavatios (GW), lo suficiente no solo para propulsar una nave espacial a Marte en menos de una hora, sino también para causar daños catastróficos si fuera utilizado con otros fines. El Tratado del Espacio Exterior de 1967, al que se han adherido 115 naciones, busca precisamente prevenir este tipo de amenazas, prohibiendo expresamente la instalación de armas en el espacio. Aunque Rusia vaya a saltarse este tratado a la torera poniendo un arma nuclear en órbita, “los Estados Parte se comprometen a no situar en órbita alrededor de la Tierra ningún objeto portador de armas nucleares u otro tipo de armas de destrucción masiva”. La potencial función dual de estos cañones choca contra el documento frontalmente, aunque su fin sea totalmente pacífico.

¿Una repetición de la era atómica?

Los sistemas láser propuestos para la exploración interestelar, como el DE-STAR, funcionan proyectando haces de luz concentrados sobre una vela ultraligera. Este rayo de luz genera suficiente empuje fotónico como para acelerar la nave espacial hasta una fracción significativa de la velocidad de la luz, desde pequeños sistemas de un metro hasta gigantescas velas de 1.000 kilómetros que podrían llevar cargas mucho mayores.

La clave de estos sistemas es su escalabilidad. Lubin señala que un sistema DE-STAR 4 no solo es capaz de enviar sondas a las estrellas, sino también de realizar misiones dentro de nuestro sistema solar a velocidades increíbles. “Un sistema DE-STAR 4 puede propulsar una nave a Marte en 30 minutos y pasaría a Voyager I en menos de tres días”, dice en su estudio. Pero si uno de estos cañones láser de decenas de gigavatios se dirigiera hacia la Tierra, los resultados serían desastrosos para cualquier zona expuesta al haz de energía, vaporizando todo lo que cayera dentro de su radio de acción. Un sistema como el DE-STAR 4 podría así “convertirse en un arma letal” si se utilizara con fines bélicos. La posibilidad de que estos sistemas sean utilizados como armas no es un escenario exagerado, afirma Hibberd.

Una posible solución

Por eso, Hibberd ha explorado detalladamente las posibles ubicaciones seguras para estos cañones orbitales, analizando las distancias mínimas necesarias para evitar que los láseres afecten a la Tierra. Un sistema DE-STAR 1 de diez metros de diámetro, tendría que situarse a más de 450.000 kilómetros de nuestro planeta para cumplir con los estándares de seguridad necesarios. Los sistemas más grandes, como el DE-STAR 4, necesitarían estar ubicados a 70 unidades astronómicas (UA) de la Tierra para que no pudieran ser usados contra la población terrestre. Esto significa que deberíamos situarlos más allá de la órbita de Plutón​.

Foto: Visualización de la nave espacial que puede alcanzar un 20% de la velocidad de la luz usando velas solares. (Project Breakthrough Starshot)

Visualización de la nave espacial que puede alcanzar un 20% de la velocidad de la luz usando velas solares. (Project Breakthrough Starshot)

 Las distancias propuestas por Hibberd no solo garantizan que la energía láser no pueda afectar la superficie de nuestro planeta, sino que además les proporcionan una estabilidad operativa. Sin embargo, colocar estos sistemas en estos puntos no es sencillo ni barato.

Colaboración internacional

Existe otro factor positivo pese a los riesgos inherentes de los cañones láser: los sistemas también podrían utilizarse para la defensa planetaria. “La energía dirigida no sólo nos permitiría enviar sondas a velocidades relativistas, sino también defendernos de asteroides peligrosos”, dice Lubin​. La capacidad de desviar o destruir objetos que amenacen la Tierra con sistemas DE-STAR añade una capa de seguridad que no existe. Si conseguimos ponerlos en marcha, estos viajes interestelares impulsados con energía dirigida representarán un salto sin precedentes en la capacidad de la humanidad para explorar el cosmos. Sólo tenemos que encontrar la capacidad de ponerlos en marcha sin que potenciales tensiones geopolíticas puedan convertirlos en una amenaza potencial que lleve a una escalada armamentística. La única solución es que estas máquinas y la exploración interestelar no sean patrimonio de una sola nación o grupo de naciones, sino del mundo entero. La cooperación internacional es, en este caso y en todo lo demás, esencial para el futuro de la exploración interestelar y de la humanidad.

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