Por primera vez en la historia los científicos han encontrado fragmentos de ámbar en la Antártida, a 946 metros de profundidad.

por Guillermo Carvajal

Ámbar Antártida

Fragmento de ámbar encontrado en la Antártida visto al microscopio. Crédito: Johann P. Klages

Por primera vez en la historia científicos han encontrado fragmentos de ámbar en la Antártida, cerrando así una de las pocas lagunas que aún existían en el mapa mundial de descubrimientos de ámbar. Este importante hallazgo se logró gracias a una expedición científica liderada por el Dr. Johann P. Klages, del Instituto Alfred Wegener (Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina), y la Dra. Henny Gerschel, de la Universidad de Minería y Tecnología de Freiberg (TU Bergakademie Freiberg).

Los resultados de esta investigación se publicaron en un artículo reciente donde los expertos detallan las características de este ámbar antártico, denominado ámbar de la Isla Pine en honor a su lugar de origen, la Bahía de la Isla Pine en el Mar de Amundsen, a una latitud de 73.57° sur y longitud de 107.09° oeste.

Este descubrimiento se remonta a una expedición realizada en 2017, en la que el equipo científico recuperó un núcleo de sedimento del fondo marino utilizando la plataforma de perforación MARUM-MeBo70, a una profundidad de 946 metros en el océano. El ámbar hallado es una pieza fundamental que proporciona información valiosa sobre las condiciones ambientales de la Antártida Occidental hace unos 90 millones de años, en el período Cretácico. El Dr. Klages, primer autor del estudio explica que el análisis de los fragmentos de ámbar permite tener una idea más clara del tipo de vegetación y del ecosistema que caracterizaba esa región en tiempos prehistóricos.

Ámbar Antártida

El lugar del hallazgo, marcado con una x. Crédito: Johann P. Klages et al.

El hallazgo del ámbar antártico no solo es un avance en el conocimiento geológico y paleobotánico, sino que también ofrece pistas sobre los ecosistemas que existieron en la Antártida durante el Cretácico medio. Según el Dr. Klages, este descubrimiento es una evidencia tangible que confirma que, en algún momento de su historia, los siete continentes de la Tierra compartieron un clima que permitía la supervivencia de árboles productores de resina, una sustancia que, con el tiempo y en condiciones adecuadas, se transforma en ámbar.

El equipo de investigación apunta a que el ámbar podría contener restos de corteza de árbol en forma de microinclusiones. A través de estudios con microscopía de luz reflejada y de fluorescencia, los investigadores han logrado observar partículas sólidas, transparentes y translúcidas en el ámbar, una señal de que esta resina fue enterrada a una profundidad superficial donde no sufrió descomposición por el calor o la presión. La Dra. Gerschel destaca que el ámbar parece ser de alta calidad, lo cual indica que este material se conservó muy cerca de la superficie terrestre, sin haber sido sometido a profundidades o temperaturas extremas que, de otro modo, habrían degradado la resina.

Este hallazgo enriquece la reconstrucción de lo que pudo haber sido un ecosistema de bosque templado en la Antártida Occidental. Según estudios anteriores, como el publicado en Nature en 2020, se sabe que en esa época la región cercana al Polo Sur estaba cubierta por un denso y húmedo bosque similar a los actuales bosques templados, ricos en coníferas y especies arbóreas capaces de producir resina.

Ámbar Antártida. Posibles fragmentos de corteza de árbol conservados en el interior del fragmento de ámbar. Crédito: Johann P. Klages

La presencia de ámbar antártico sugiere también que estos árboles habían desarrollado mecanismos de defensa frente a posibles ataques de parásitos o incendios forestales, una característica que se observa en el flujo patológico de resina de algunos fragmentos de ámbar encontrados. Cuando los árboles de coníferas sufren daños en su corteza, ya sea por insectos o por fuego, tienden a liberar resina como mecanismo de defensa para crear una barrera física y química que les protege de infecciones.

Estos fragmentos de ámbar son una prueba directa de que el bosque que cubría la Antártida occidental durante el Cretácico medio era un ecosistema complejo y dinámico. Además, el equipo de investigación espera encontrar restos fósiles de microorganismos o insectos atrapados en el ámbar, lo que ofrecería un panorama aún más detallado de la biodiversidad que habitaba estos antiguos bosques antárticos.

Para la Dra. Gerschel y el Dr. Klages, este descubrimiento representa un verdadero viaje en el tiempo, una oportunidad única para explorar cómo eran los ecosistemas de la Tierra hace millones de años. Comprender las condiciones climáticas y ecológicas de esa época es crucial no solo para la paleontología, sino también para predecir los posibles cambios que nuestro planeta podría experimentar en el futuro bajo el impacto del cambio climático. El estudio del ámbar antártico promete brindar respuestas sobre la evolución de los ecosistemas y los ciclos naturales de adaptación y resiliencia de la Tierra.

FUENTES

  • Alfred Wegener Institute / Helmholtz Zentrum für Polar und Meeresforschung
  • Klages JP, Gerschel H, Salzmann U, et al. First discovery of Antarctic amber. Antarctic Science. Published online 2024:1-2. doi:10.1017/S0954102024000208
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