CINTHYA MARTÍNEZ
LA VOZ DE LA SALUD
Valter Longo es bioquímico especializado en longevidad. Valter Longo es bioquímico especializado en longevidad.
El experto considera la dieta que imita al ayuno como una buena aliada a las terapias estándares que existen hoy para el tratamiento contra el cáncer
El bioquímico Valter Longo es reconocido a nivel mundial por sus investigaciones en el campo del envejecimiento y de la longevidad, así como de las enfermedades relacionadas con esto. Es director del Instituto de Longevidad de la Facultad de Gerontología de la Southern California University en Los Ángeles y del programa de longevidad y cáncer del Instituto de Oncología Molecular (IFOM) de Milán.
Uno de los principales protagonistas de los estudios de Longo es el ayuno. El doctor apunta que estar sin comer durante unas horas al día es un aliado para mejorar la salud y por lo tanto, alargar la esperanza de vida. Sus estudios al respecto le han llevado a publicar en revistas científicas como Nature o Science y Cell. La revista Time lo nombró en el 2018 como una de las 50 personas más influyentes en el cuidado de la salud por sus investigaciones.
Tras años de estudios y programas experimentales, el bioquímico ha demostrado que la aplicación de este ayuno controlado también es un aliado en la lucha contra varios tipos de tumores. A partir de esa idea, ha desarrollado intervenciones dietéticas y genéticas que protegen las células normales mientras sensibiliza a las cancerosas, combinándolas con las terapias estándares como pueden ser la inmunoterapia, quimioterapia o radiación. Unas investigaciones que recoge en su nuevo libro El ayuno contra el cáncer (Grijalbo, 2023) y que se siguen probando a día de hoy en hospitales de Europa y Estados Unidos.
Comenta que su objetivo es ofrecer tratamiento y otros servicios de salud a pacientes con enfermedades graves, educar a la población sobre cómo se puede vivir una vida más larga y saludable, así como desarrollar estrategias de tratamiento innovadoras y accesibles para todo el mundo. Por eso, afirma que dona todas las ganancias de sus libros —antes ha publicado La dieta de la longevidad (Grijalbo, 2021) y otros dos en italiano— a sus fundaciones: Fondazione Valter Longo en Milán y Create Cures Foundation en Los Ángeles.
—Mucha gente le reconoce por su dieta de la longevidad. ¿Qué tiene que ver esta con el cáncer?
—Tiene mucho que ver. En el sentido de que una célula cancerosa es una célula rebelde y a estas células no les gusta tener entornos extremos en los que no estén cómodas. Así, podemos ver cómo las células cancerosas cuando nosotros hacemos ayuno sufren mucho más. Por ejemplo, el ayuno mata a las células autoinmunes, a las células que están muy dañadas y a las células cancerosas.
—¿Cómo ha llegado a esta investigación sobre el cáncer?
—Estábamos investigando el ayuno contra el envejecimiento y nos dimos cuenta de que el mismo gen que controla la protección contra el envejecimiento es el que está siempre encendido, por así decirlo, cuando tenemos un paciente con cáncer: los oncogenes. Entonces aprendimos que ningún cáncer va a saber protegerse por definición. Porque las células normales y las cancerosas cuando tienen estos problemas van en direcciones totalmente opuestas. Es una de las pocas maneras que tenemos de diferenciar las células cancerosas de las células que son normales. Da igual el tipo de cáncer que sea y el tipo de célula normal que sea, la diferencia es que cuando tienen este entorno que no les gusta actúan de manera opuesta.
Tal como explica en El ayuno contra el cáncer, el bioquímico asegura que si se priva de alimento a un paciente oncológico antes de someterlo a quimioterapia, las células normales responderán levantando un escudo protector; en cambio, las células tumorales desobedecerán la orden de protegerse y serán vulnerables.
—¿Cómo puede ayudar entonces el ayuno en el tratamiento contra el cáncer?
—Los tratamientos para el cáncer, ya sea la inmunoterapia, quimioterapia o la radiación, lo que hacen es que matan muchas células normales y muchas cancerosas. Pero es inevitable que algunas células cancerosas se escapen. Por eso, el paciente vive un poco más, pero no acaba curado del todo. El papel de la dieta que imita al ayuno es hacer que las células normales puedan sobrevivir, escapar. Es como una carta blanca que tenemos, la del ayuno.
Por ejemplo, hemos publicado hace un año un ensayo clínico y también con ratones, y en el de ratones vimos que, si tratamos el cáncer de mama con terapia hormonal, a los seis meses el cáncer se hace resistente, empieza a crecer y acaba matando al ratón. Si añadimos la dieta que imita al ayuno, el mismo cáncer no solo se reduce, sino que empieza a desaparecer del ratón. La razón es que el ayuno reduce la insulina, el IGF 1 —factor de crecimiento insulínico tipo I— y la lectina. Con lo cual, hay que tomar otros tres fármacos, más los dos originales, para conseguir lo mismo.
—¿La dieta que imita al ayuno también podría prevenir el cáncer?
—Sí, hemos hecho estudios en animales en los que lo hemos podido demostrar. Si cogemos ratones de edad media y les hacemos una dieta que imita al ayuno dos veces al mes, tienen un 45 % menos de tumores. En las personas hemos visto que, por ejemplo en Estados Unidos, la gente con menores niveles de proteínas tiene una probabilidad de desarrollar cáncer tres veces menor que aquellas personas que siguen dietas con una mayor ingesta de proteínas. Es decir, se reduce hasta tres veces el riesgo de desarrollar cáncer.
En la dieta que imita al ayuno también hemos podido ver que muchos factores de riesgo del cáncer como la glucosa, el IGF 1 o la inflamación, se reducen también; incluida la obesidad. Entonces, aunque no podemos demostrar que el ayuno reduce la posibilidad de desarrollar cáncer, es casi inevitable que, si mejoras todos estos factores de riesgo, también reduces el riesgo de padecerlo.
—Existen muchas dietas que conllevan ayuno. ¿Cómo debe de ser la que usted propone?
—Nosotros no proponemos una dieta de ayuno, sino una dieta que imita al ayuno. Digamos que es como un paquete, más que una dieta. Está basada sobre todo en vegetales y estamos intentando ir más en la dirección de este tipo de medicina. La medicina estándar debe tener una aprobación para un producto específico, con un modo específico, y es lo que queremos, que se vea más como una especie de medicamento. Además, también sabemos que ayunar durante doce horas al día es algo bueno, pero quizás hay otras formas de ayuno que no sean tan beneficiosas.
Valter Longo defiende una dieta casi vegetariana, limitando el consumo de alimentos de origen animal:
- Pescado una o dos veces por semana, eligiendo aquel que tenga alto contenido de omega 3, omega 6 y vitamina B12.
- Optar por las legumbres como fuente principal de proteínas, así como semillas (pipas de calabaza, sésamo, linaza) y frutos de cáscara como nueces, avellanas, almendras, etc.
- Reducir el consumo de azúcares, así como el consumo de pastas y panes.
- No comer durante las 3 o 4 horas previas a acostarse. Realizar un ayuno de doce horas al día.
—En el libro menciona posibles reticencias de compañeros oncólogos a una dieta que imita al ayuno contra el cáncer.
—Hay bastantes oncólogos que ya utilizan la dieta que imita al ayuno. Pero sí, estoy de acuerdo con que la mayoría de los oncólogos no están de acuerdo con este tipo de dieta. Creo que lo que necesitamos son más ensayos clínicos, por un lado, y más concienciación por parte de periodistas para que los pacientes tengan capacidad de pedirle más a su oncólogo. Eso no significa que el oncólogo te tenga que dar lo que tú quieres sí o sí, a lo que me refiero es que tiene que estar informado y si alguien le dice que quiere hacer la dieta que imita al ayuno, ese oncólogo se informe y si te dice que no, que te explique por qué no te quiere dar la dieta. Otra cosa es que el médico te diga que estás muy débil, has perdido peso y que no te puede permitir que hagas esa dieta. Eso lo puedo entender.
—¿En qué considera que estamos fallando a la hora de tratar el cáncer?
—No es que se esté fracasando, es que se está siguiendo el libro, lo estándar, y no se sale de ahí. Pero si la terapia no funciona o no parece que esté funcionando, ni que vaya a funcionar, yo creo que el fallo es no colaborar con los nutricionistas, psicólogos, biólogos moleculares… No trabajar con ellos y plantear: «Oye, si no trabajamos juntos puede que fracasemos, pero quizás este sea un paso en el que podamos darle otros veinte años más de vida al paciente». Por ejemplo, en el caso de Jean-Jacques Trochon, el piloto de avión que sale en el libro, a él le dijeron que iba a fallecer y doce años siguió viviendo, siguió volando aviones hasta hace dos años. ¿Cuántos de estos casos podría haber? En los que se le dice que van a fallecer, pero siguen viviendo.
—No obstante, recalca en varias ocasiones que solo se aconseja empezar esta dieta que imita al ayuno con supervisión médica. ¿Cuáles son los riesgos de que una persona lo haga por su cuenta?
—Tiene muchos riesgos. El número uno es que nadie sabe que lo estás haciendo. Mi oncólogo me dice que no lo haga, pero he decidido hacerlo por mi cuenta. De esta forma, te debilitas mucho, baja mucho tu control celular y los oncólogos no van a saber por qué esta bajada de células, por ejemplo.
—Esta dieta se ha estudiado sobre todo en animales, ¿está previsto que se hagan ensayos clínicos en humanos?
—El libro tiene diez ensayos clínicos que ya están acabados. Hay otros diez más que se están haciendo en pacientes y cada semana o dos semanas nos contacta una clínica diciéndonos que están interesados en participar en los ensayos. Existen muchos ensayos clínicos que se han acabado y muchos más que se van a publicar en breve.
—Qué hay del ejercicio físico, ¿qué importancia tiene en todo esto?
—Es importante y la gente tendría que hacer ejercicio físico pero, una vez más, hay que asegurarse de que se hace comprendiendo las consecuencias. Por ejemplo, si te han dado quimio o inmunoterapia, a lo mejor vas a estar más débil. Es mejor hacerlo con alguien que te diga cuándo hacerlo y cómo hacerlo, no por tu cuenta.