- La analítica avanzada y la IA están transformando seguridad, movilidad y operación urbana.
- Las ciudades pueden anticipar incidentes, optimizar recursos y acceder a información estratégica antes imposible de procesar.
- La video inteligencia deja de ser vigilancia pasiva y se convierte en un habilitador de decisiones para construir urbes más seguras, eficientes y humanas.
Cuando hablamos de Ciudades Inteligentes, solemos imaginar infraestructura futurista, sensores en cada esquina y tableros de control complejos. Pero la esencia es mucho más sencilla —y más profunda—: una ciudad solo puede considerarse inteligente cuando mejora la vida de las personas. Eso implica resolver desafíos cotidianos como la movilidad, la seguridad, el aprovechamiento de recursos y la capacidad de las instituciones para tomar decisiones basadas en datos confiables.
Para Miles Chen, Business Head de VIVOTEK LATAM, la tecnología es solo un medio:
«Una Ciudad Inteligente no empieza en los sensores ni en las cámaras; empieza en las personas. Ellas saben qué debe mejorar. La tecnología solo es la herramienta para hacerlo posible».
En este contexto, la video inteligencia se vuelve un pilar estratégico. Una cámara tradicional observa; una cámara con inteligencia integrada comprende lo que ocurre en su entorno. Detecta patrones, interpreta comportamientos, identifica riesgos y transforma información compleja en datos útiles para la operación urbana. Chen lo resume así:
«Si logramos que las cámaras entiendan su entorno, las ciudades obtienen un nivel de información que ningún otro sensor puede entregar».
Esta capacidad permite analizar dinámicas de movilidad, detectar incidentes en tiempo real, automatizar alertas críticas, facilitar investigaciones y optimizar recursos sin incrementar carga operativa. La información deja de ser un simple registro visual y se convierte en inteligencia accionable. Y lo que antes estaba reservado para megaproyectos ahora es posible implementarlo de forma escalable gracias a soluciones más accesibles, integradas y especializadas.
La IA aplicada a video inteligencia no busca replicar al ser humano; busca ir más allá en tareas donde la especialización es clave. Está diseñada para responder preguntas críticas:
• ¿Un objeto abandonado representa riesgo?
• ¿Un vehículo coincide con un patrón buscado?
• ¿Una intrusión es real o un falso evento?
• ¿Un flujo de personas es inusual para esa zona?
• ¿Un vehículo permanece detenido demasiado tiempo?
Chen lo explica de manera simple:
«En seguridad, la clave no es tener más cámaras; es tener mejor información».
Gracias a la precisión de sus metadatos, se automatizan procesos que antes dependían totalmente de supervisión humana. Esto reduce la carga operativa y aumenta la capacidad de anticipación, algo fundamental para ciudades que lidian con crecimiento acelerado y recursos limitados.
Hoy, la inteligencia aplicada permite nuevas formas de gestionar el espacio público, el tránsito y la seguridad. Facilita búsquedas avanzadas por atributos, detecciones proactivas, vigilancia preventiva en zonas críticas y analítica útil para la planeación urbana. Pero, como subraya Chen, el verdadero valor aparece cuando las instituciones usan esos datos para actuar:
«El impacto real ocurre cuando la ciudad toma mejores decisiones. La tecnología abre el camino, pero quienes lo recorren son las personas que aman su ciudad».
El futuro de las Smart Cities no está en saturarlas de tecnología, sino en usarla con propósito. Su papel es habilitar experiencias más seguras, reducir riesgos, optimizar recursos y fortalecer la capacidad de respuesta de los gobiernos locales. Como concluye Chen: «Una Smart City exitosa no se mide por cuántos sensores tiene, sino por cómo usa la información para mejorar la vida de quienes la habitan».

