Los telescopios del Instituto de Astrofísica de Canarias fotografiaron el viernes el famoso objeto interestelar cuando se situó en el punto más cercano a la Tierra de su viaje por nuestro sistema solar: «Es un regalo para los científicos», dicen los astrónomos
Imagen: Composición realizada con 167 imágenes del cometa tomadas por el telescopio TST en la noche del viernes.
Por: Teresa GuerreroMadrid
El famoso cometa interestelar 3I/ATLASse situó el viernes 19 pasado a 270 millones de kilómetros de la Tierra, en el punto más cercano en el que va a estar durante el recorrido que está haciendo por nuestro sistema solar. Un viaje que ha despertado una gran expectación y que está siendo rastreado por astrónomos de todo el mundo. Varios telescopios del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) apuntaron hacia el cometa sus instrumentos durante la noche del jueves al viernes para captar esa aproximación, y el resultado es la foto que ilustra este artículo.
Se trata de una composición de 167 imágenes tomadas por el telescopio robótico Transient Survey Telescope (TST) del Observatorio de El Teide entre las 2.07 horas y las 6.28 horas del viernes. Este telescopio, que tiene un espejo primero de un metro, permite detectar objetos rápidos y débiles como este cometa interestelar, que fue descubierto el pasado 1 de julio con un telescopio chileno y es el tercer objeto proveniente de otro sistema planetario que es detectado.
Como detalla en conversación telefónica Javier Licandro, investigador del IAC, desde el Observatorio de El Teide también están usando el telescopio TTT de dos metros para seguir a 3I/ATLAS: «Comenzamos a observarlo durante el verano, dejamos de hacerlo cuando no era visible debido a que estaba muy cerca del Sol, a finales de octubre, y retomamos las observaciones a mediados de noviembre. Hacemos un seguimiento a diario siempre que el tiempo lo permite, porque la semana pasada, por ejemplo, tuvimos tormentas».
Afortunadamente, en la noche en la que este visitante interestelar hizo su mayor aproximación a la Tierra, la meteorología no les impidió fotografiar y estudiar el que «posiblemente es el cometa más viejo que hemos visto nunca».
Desde el Observatorio de El Roque de Los Muchachos de la isla de La Palma, que también pertenece al Instituto de Astrofísica de Canarias, están rastreando al cometa interestelar con el instrumento WEAVE instalado en el Telescopio de cuatro metros William Herschel, tal y como cuenta la astrónoma Julia de León, que forma parte de la campaña de observación dirigida por Cyrielle Opitom, de la Universidad de Edimburgo: «Este instrumento nos está permitiendo obtener al mismo tiempo tanto imagen como espectroscopía, cuando lo normal es que obtengas una cosa o la otra», señala.
«Estudiar este cometa es muy importante porque viene de fuera nuestro sistema solar, y nos ofrece información directa de otras estrellas y otros sistemas planetarios, por lo que tiene un gran interés para nosotros. Todos los objetos que escapan de otras estrellas son un regalo para los científicos», señala De León. Y es que como repasa esta científica, «creemos que donde hay cometas y asteroides hay planetas o los ha habido».
Las observaciones no han revelado sin embargo grandes sorpresas: «Lo que estamos viendo es la evolución normal de un objeto que se ha ido acercando, se ha vuelto más brillante, pero no mucho, y se está comportando dentro de los parámetros esperados para un cometa. No ha habido ningún incremento de brillo súbito, ni ha cambiado de dirección ni se ha comportado de manera estrambótica. Vemos un cometa que se comporta como un cometa de lo más normal, y que tiene unas particularidades mínimas respecto a otros cometas», sostiene Javier Licandro en referencia a «las locuras que se han difundido» sobre la naturaleza de este objeto por parte del científico de la Universidad de Harvard Avi Loeb.
Como explica este astrónomo del IAC, los cometas son, como gigantescas bola de hielo que pueden tener dentro bolsas de material más volátil. «A veces, cuando llega el calor se volatiza y sufre pequeñas explosiones, pero no ha sido el caso, no ha habido ninguna explosión notable. Por otro lado, los núcleos de estos cuerpos son muy frágiles y a veces se pueden partir, como ha pasado con 240P, un cometa muy interesante que gira alrededor del Sol, pero tampoco ha sido el caso de 3I/ATLAS», repasa. La única diferencia, asegura, «es que tiene mucho CO2 y la relación isotópica de algunas moléculas es ligeramente distinta a la de los cometas de nuestro sistema solar, lo cual es de esperar porque se ha formado en otra estrella, que a su vez se ha formado en otra zona de la galaxia donde la abundancia de elementos no es necesariamente la misma que la zona en la que se formó el Sol», señala Licandro.
Como explica Julia de León, el hielo de agua es el principal compuesto que genera actividad en los cometas del Sistema Solar, pero en 3I/ATLAS han visto una proporción mucho mayor de hielo de dióxido de carbono que de hielo de agua. «En su caso, el principal agente que genera actividad cometaria es el hielo de dióxido de carbono. Podría ser lo común en el sistema del que provenga o algo excepcional, pues también lo hemos visto en cometas de nuestro sistema solar. En el también cometa interestelar 2I/Borisov pasaba lo mismo, la principal actividad cometaria no la generaba el hielo de agua, sino hielo de monóxido de carbono», repasa.
El alto contenido de dióxido de carbono en 3I/ATLAS probablemente se debe a que nunca se ha acercado mucho a una estrella, según Licandro: «Al igual que muchos cometas se escapan del Sistema Solar sin haberse acercado al Sol, es muy probable que se haya escapado de su estrella sin haberse acercado mucho a ella, y después de miles de años deambulando por la galaxia se ha encontrado con nosotros», expone. En la mayoría de cometas que vemos, el dióxido de carbono se ha perdido porque se sublima rápidamente», afirma por su parte Licandro.
«Esto tiene implicaciones porque, por ejemplo, nos ayuda a estimar a qué distancia de su estrella se ha formado, qué temperatura tenía su estrella o qué tipo de estrella es. Y se puede inferir cuánto tiempo ha estado viajando este cometa sin que ese hielo se haya visto afectado por el calor de una estrella», cuenta Julia de León.
Según Licandro, el resultado de estas observaciones es que estos cometas que se forman alrededor de otras estrellas tienen una composición y una física muy parecida a la de los cometas formados en nuestro sistema solar. Y esto nos dice que el proceso de formación de planetas en otras estrellas se tiene que parecer mucho, o que nuestro sistema solar se ha formado como otros sistemas planetarios», explica. Una conclusión que, según el astrónomo, «era esperable. La sorpresa hubiera sido lo contrario».
Estimar su tamaño, explica, es muy complicado porque no pueden ver el núcleo: «Como dijo a mediados del siglo pasado el astrónomo estadounidense Fred Whipple, un cometa es una bola de nieve sucia porque además de hielo de agua tiene polvo y otros elementos. Cuando se acerca a una estrella, en este caso a nuestro sol, se calienta. Y en el espacio, pasa directamente de sólido a gas. Así que la roca de hielo se queda dentro de una gigantesca nube de gas y polvo que dificulta que veamos el núcleo», señala. La mejor estimación que tienen sigue siendo la se hizo con los datos del telescopio espacial Hubble, y que apuntan a que mide entre 220 metros y dos kilómetros.
Quedan todavía algunos meses para seguir estudiándolo, aunque como detalla Julia de León, «en abril ya sólo será observable con telescopios de entre ocho y 10 metros, y a partir de junio ya no podrá verse desde la Tierra».

